Hay muchas versiones que tratan de explicar la historia del «Viernes negro«, el día de las compras masivas de rebajas o «Black Friday» en inglés (muchas de ellas son ficticias, sobre todo una que aludía al mercado de esclavos). Con esta jornada, la siguiente al Día de Acción de Gracias, comienza en los Estados Unidos (y en prácticamente medio mundo) la campaña de Navidad. Pero, lo que comenzó a ser una tradición comercial norteamericana, se ha convertido en España en un día, una semana, un mes… de rebajas. Llegan correos electrónicos con ofertas por doquier y catálogos con rebajas de todo tipo se acumulan en el buzón. Y, que conste, una de las cosas que más me gustan son los catálogos comerciales (fuente inagotable de ideas gráficas y de contenidos), pero que todo el mundo se apunte a la misma corriente, puede llegar a aburrir al mayor fanático de las compras.
El bombardeo publicitario de estos días me ha recordado aquellos añorados tiempos en los que buscaba todo tipo de cacharros rebajados en catálogos impresos, de aquellos que cuando los tocabas te dejaban las manos manchadas de tinta. O bien, en muchas otras ocasiones, esperabas con ilusión la revista de informática que comprabas cada mes, para ver qué ofertas podías encontrar. Aquella odisea para encontrar los mejores ordenadores de sobremesa a precios accesibles (lo de tener un portátil era un sueño todavía), o los aparatos de audio, los juegos electrónicos y chismes de todo tipo en rebajas, podía ser toda una aventura. Recuerdo con añoranza aquél mes de diciembre de 1991 en el que compré mi primer ordenador (antes había accedido a otros prestados, pero tener uno en propiedad era «lo más de lo más»). Era un impresionante Packard Bell con microprocesador 386SX a 25MHZ… ¡con 40 MB de capacidad de disco duro, Windows 3.1 y MS-DOS 5! La leche, vamos, porque aunque no era ni de lejos lo más potente de la época, a mí me parecía estar entrando en otro mundo. Así que, dejando de marear las palabras, a modo de pequeño homenaje de aquellos tiempos, cuando Internet no le sonaba a nadie y como mucho te conectabas a una BBS con un ruidoso módem (me encantaba aquello), he aquí una pequeña selección personal de anuncios de los años 80 que nos predicaban un feliz mundo futuro a golpe de ordenador…
El repaso podría ser eterno, porque aparecieron multitud de máquinas, sobre todo en la segunda mitad de los años ochenta, pero como pequeño repaso personal creo que es suficiente, porque el ataque de nostalgia puede ser peligroso si aumento la dosis. Eso sí, antes de terminar, os dejo con mi favorito por los recuerdos que me trae. Con ustedes, el Commodore AMIGA 500 de 1987.
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Nota: Hablando de viernes negro, aprovecho para comentar que este artículo contiene un enlace patrocinado. 😉