La edad de oro de las pianolas

Durante la segunda mitad del siglo XIX, y hasta bien entrada la siguiente centuria, la única forma de reproducir en casa grandes composiciones musicales, en ocasiones grabadas de la misma mano de grandes genios como el gran Sergei Rachmaninoff, era contar con una pianola, salvo que uno supiera tocar bien el piano, claro está. Ya en los albores del siglo XX esta tecnología tuvo que convivir con el novísimo fonógrafo, los nuevos discos de pizarra, luego de vinilo y con la llegada de la radio, pero incluso así se mantuvo como uno de los reyes de la música «enlatada» durante décadas.

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Publicidad de un «orquestrión» año 1912. Fuente: Biblioteca Nacional de España.

Las pianolas contaban con un sistema mecánico similar al de un piano, de hecho podían tocarse como tales, pero contenían a su vez un mecanismo neumático que permitía la reproducción de piezas musicales por medio de la lectura de las perforaciones realizadas en unos cartuchos especiales, los célebres piano rolls.

Las pianolas permitían «interactuar» con el piano roll, pudiendo el usuario tocar a la vez que sonaba la música grabada. Al igual que sucedió con las cintas de audio y con los discos de vinilo, o más tarde con los discos compactos, se expandió un impresionante mercado de piano rolls por medio mundo, llegándose a fabricar decenas de miles de grabaciones. Debía ser toda una experiencia saber que un gran compositor de la época, como el ya citado Rachmaninoff, había grabado tal o cual obra, pues reproducir dicho piano roll en una pianola era como tener al propio genio tocando en casa.

También fueron muy conocidos, aunque menos extendidos comercialmente, las máquinas de orquestrión, que eran algo así como la cadena musical de la segunda mitad del siglo XIX. Se trataba de un armario equipado con mecanismos neumáticos capaz de sonar como una pequeña banda de música gracias a la reproducción de rollos, cintas o libros con hojas perforadas. La máquina no sólo contaba con sonido de piano y viento, a través de un ingenioso sistema de láminas metálicas y tubos, sino que también disponía de una pequeña sección de percusión. Las mejores máquinas orquestrión se vieron en las primeras décadas del siglo XX, con auténticas obras de arte destinadas a los hogares más refinados. He aquí un vídeo donde aparece una máquina orquestrión restaurada en todo su esplendor.

Puede escucharse el sonido de algunos piano rolls de la casa Aeolian, uno de los principales fabricantes de la época, en The Public Domain Review.