La gravedad del agua

Para ser más exacto, debiera haber titulado este post como “diferencias en la medición por satélite del campo gravitatorio terrestre causadas por la presencia de grandes masas de agua”. Un rollo, la verdad, así que siguiendo la pauta de la fuente principal a la que me voy a referir, el Earth Observatory de la NASA, lo dejaré así: la gravedad del agua.

Una de las primeras cosas que se solían enseñar en clases de ciencias naturales era el ciclo del agua. De forma muy sencilla nos contaban los maestros cómo el agua seguía un camino infinito entre las nubes, la lluvia, los ríos y la tierra, los océanos y la atmósfera. Supongo que hoy día se seguirá enseñando, porque se trata de uno de los conceptos más importantes en ciencias de la Tierra. Ahora bien, aunque no lo parezca, el ciclo del agua todavía no se ha estudiado con todo el detenimiento que precisa y persisten muchas preguntas y detalles ignotos que deberán ser respondidos por nuevas investigaciones.

GRACE_year

Una de las líneas más prometedoras en cuanto a ese tipo de investigación consiste en la observación de la Tierra por parte de satélites en órbita. Hay muchas formas de “controlar” el agua de nuestro mundo pero, sin duda, la que hoy centra este texto es de las más espectaculares porque se basa en mediciones de gravedad. El agua se mueve continuamente entre los océnos, las tierras emergidas y la atmósfera, en flujos más o menos mensurables que varían mucho desde el punto de vista geográfico y, también, cronológico. Si estudiamos las precipitaciones y cómo varían a lo largo de las estaciones del año, podremos tener los primeros datos para conocer dónde se acumula más agua y en qué épocas lo hace.

Lo curioso es que esta acumulación puede alterar las mediciones del campo gravitatorio terrestre porque, a fin de cuentas, una inmensa cantidad de agua es también una gigantesca masa en movimiento, con lo que eso implica en dicha medición. El mapa que protagoniza este post muestra los cambios en el almacenamiento de agua en diversas áreas del continente americano, cuantificados por medio de dos satélites gemelos de la NASA y la agencia espacial alemana, que constituyen el experimento GRACE (Gravity Recovery and Climate Experiment). Básicamente lo que hacen los satélites GRACE, apodados como Tom y Jerry, es volar en órbita polar a 500 kilómetros sobre la superficie terrestre midiendo variaciones en el campo gravitatorio del planeta debidas a la distribución de masas superficiales. Para esta labor es necesario contar con estos dos satélites, pues son los sutiles cambios en la distancia entre ambos, mensurados gracias al enlace con señal de microondas entre ellos, auxiliado con señales GPS, lo que permite ir trazando los microcambios en el campo gravitatorio. Si las naves vuelan sobre grandes masas de hielo, cordilleras u océanos, “percibirán” pequeños cambios en su distancia mutua, lo que al final se traduce en un mapa de anomalías gravitatorias.

De acuerdo, volvamos al agua. GRACE muestra en el mapa, con datos tomados entre julio de 2009 y junio de 2010, dónde se almacena más agua y en la época en que lo hace, todo ello gracias a esos cambios minúsculos en la medida de la gravedad terrestre. Cuanta más agua, más masa estará presente en un área, por lo que mayor será la anomalía gravitatoria medida. Así, en azul se muestra un incremento de masa de agua y en tonos marrones una disminución, todo ello estacional y expresado en centímetros, como si de un equivalente en variación de grosor de una lámina de agua ideal extendida por la superficie de ese territorio se tratara. No extrañará que sea en la cuenca del Amazonas donde aparezca la mayor anomalía, recibiendo gran cantidad de agua en época de lluvias, tanta que, en ese espacio la variación mensurable en el campo gravitatorio producido por el agua es realmente asombrosa.