Gunkanjima, isla japonesa conocida en el resto del mundo como «Battleship Island», esto es, «Isla Acorazado», ha sido bautizada con ese sobrenombre porque, en la distancia, su silueta recuerda mucho a la de un navío de guerra. Se trata de un lugar sorprendente, mezcla de ciudad fantasma y paisaje para película futurista aunque, más que una isla, parece un fortín surgido directamente de las aguas. Durante la época de en la que Japón se convirtió en potencia industrial, una de las materias primas más preciadas para ese país era el carbón. Había que extraerlo de cualquier lugar donde fuera posible y, en las profundidades de Gunkanjima, abundaba. Así, la compañía Mitsubishi, a partir de 1890, comenzó a explotar el preciado combustible pétreo, construyendo galerías subterráneas que horadaron la isla. En 1916, en vista que la explotación iba viento en popa, se construyó un gigantesco complejo en forma de bloque compacto, pensado para soportar sin problemas un tifón y capaz de albergar, como si fuera una ciudad, a los mineros y al resto de trabajadores de la explotación. El lugar llegó a convertirse en el de mayor densidad de población del mundo, pues contó con 3460 personas por kilómetro cuadrado. Hoy, el gigantesco puzzle de hormigón que se eleva desde el océano está abandonado, un fantasma casi olvidado que vivió sus últimos días de gloria hace décadas, cuando el petróleo substituyó al carbón.