A falta de postes telegráficos… globos de hidrógeno

El despliegue de líneas telegráficas por medio de largos tendidos de hilos de conductores entre estaciones repetidoras se convirtió, en muchas ocasiones, en una pesadilla para los diseñadores de redes de comunicaciones del siglo XIX. Superar ríos o colinas era costoso porque había que crear toda una selva de postes de transporte de hilos telegráficos para cubrir un territorio. La construcción de esta red se consideraba como algo no sólo necesario sino heroico, rodeado de narraciones de aventuras que se se publicaban en periódicos y revistas.

Lío de cables telegráficos en Nueva York. Harper’s Weekly, 27 de julio de 1889.

En las ciudades, la maraña de cables era muy densa, pero cuando se trataba de conectar grandes distancias, el establecimiento de los postes podía ser complejo y muy costoso. Así que, en 1845, se sugirió la idea de cambiar los postes por pequeños globos de hidrógeno, como puede verse en este grabado de Scientific American, del 20 de noviembre de 1845.

Como fantasía tiene su encanto, pero se demostró poco práctico y peligroso. A pesar de todo, se pensó en serio llevarlo a cabo, tal como se comentaba en la revista mencionada:

Una de las principales dificultades con que se ha tropezado en el establecimiento de las líneas del telégrafo magnético, es la de extenderlo a través de ríos y valles. El tendido de los hilos en el suelo o en el fondo de un río es fácil, pero como el agua es conductora de la electricidad, es difícil impedir que los hilos se derramen. El método que se ha adoptado, es el de encerrar los alambres conductores, dentro de un tubo de plomo, pero sin permitir que los alambres entren en contacto con el tubo, o entre sí. Pero este método no es seguro, ya que el tubo puede romperse (…) o absorber una pequeña cantidad de agua, lo que podría alterar la operación. Por lo tanto, se propone apoyar los cables en una posición elevada, por medio de (…) globos elípticos en el grabado. Estos globos, de sesenta pies de largo y diez de diámetro cada uno, soportarán aproximadamente 40 libras cada uno, además de su propio peso.

El costo de cada uno de ellos no excederá de 200 dólares, estando hechos de tela fina barnizada e inflados con gas hidrógeno. Cada globo tendrá una veleta anexa, que gobernará la posición del globo, y lo mantendrá apuntado al viento. (…) Cada globo sostendrá de 200 a 300 pies de cables telegráficos, que pueden pasar por millas, si es necesario, a una elevación tal como para estar muy por encima del alcance de los mástiles de los buques. Un pequeño tubo de 1,4 pulgadas de diámetro de diámetro se extenderá en paralelo a los cables para rellenar de hidrógeno los globos si es necesario.