Quedan pocos días para que entremos en noviembre de 2019, ese mes mítico que pintaba un futuro en el que replicantes y spinners poblaban la ciudad de Los Ángeles en Blade Runner. Ahora que ese futuro nos ha alcanzado, ¿qué narices nos van a importar las cintas de cassette? Pues, al parecer, más de lo que hubiéramos pensado hace no mucho tiempo.
El estándar de cinta de cassette compacta para grabación de sonido, desarrollado por Phillips e introducido en el mercado en 1962, fue siempre el hermano pobre del vinilo. Coexistió durante décadas con los discos, siendo un formato barato con el que poder grabar y distribuir música por doquier. Conservo cientos de cintas de cassette con grabaciones de radio, de mi época en emisoras locales y de Dj, hace ya más de dos décadas. En los ochenta y hasta finales de la década siguiente, las cassettes se encontraban por todas partes. Ni siquiera el disco compacto (Compact Disc o CD) pudo hacerle sombra, más que nada porque era demasiado caro. La calidad de las grabaciones en cassette era, y es, muy mala, comparada con otros soportes, pero ante el precio y la versatilidad/facilidad de grabación, la cosa compensaba.
Llegó el mundo digital, los MP3 y demás familia, el streaming e Internet y, bien entrado el siglo XXI, casi nadie se acordaba ya de las viejas cassettes. El vinilo comenzó a renacer hace unos años, más que nada como ejercicio de postureo, por sus cualidades materiales y por puro romanticismo. Al igual que las cassettes, conservo cientos de vinilos de los ochenta, y compro nuevos de vez en cuando. Pero es por puro romanticismo, me encanta contemplar el movimiento de la aguja sobre los microsurcos de plástico. Spotify y demás parientes son geniales y los uso a diario, así que, ¿para qué volver a las cassettes? Será, de nuevo, por sus cualidades materiales y como algo nostálgico (muchas veces hoy día se trata de nostalgia de lo no vivido), el tener algo tangible entre manos, más «cálido», o vaya usted a saber. El caso es que las ventas de cintas de cassette de audio están subiendo como la espuma desde hace dos o tres años (el vinilo también sigue en ascenso, mientras los CD y DVD viven su particular crisis). El renacer estético «ochentero» parece no tener fin, aunque supongo que se tratará de una moda pasajera.
El problema viene cuando la moda supera a la producción. Hace varios días se hacían eco varios medios de una nota del principal fabricante de cintas de cassette de los Estados Unidos, NAC, que paso a traducir libremente:
A los clientes de cassettes de NAC. Como usted sabe, hay una escasez mundial de óxido gamma-férrico de alta calidad, el material magnético utilizado para hacer cintas de grabación de audio de calidad profesional. La única fábrica de refinado este material ha estado en renovación durante la mayor parte del año 2019. Como resultado, National Audio ha recibido sólo dos toneladas de óxido para grabación este año. Esto no es suficiente para permitirnos fabricar suministros de cinta adecuados para atender todos los pedidos en nuestro plazo habitual de 30 días. Como resultado, actualmente mantenemos a todos los clientes abastecidos tan rápido como llegan las materias primas. Estamos a la espera de la entrega de pedidos pendientes de más de cincuenta toneladas de óxido férrico. Se nos ha notificado que NAC recibirá al menos once toneladas de óxido en octubre. Después de eso, nuestro proveedor espera reanudar las entregas programadas. Mientras tanto, estamos instalando más equipos de fabricación y ampliando nuestro personal para servir mejor a nuestros clientes.
Y en esas estamos, casi en noviembre de 2019, con carestía de óxido férrico para la fabricación de cassettes, dado ese aumento de demanda nostálgica que pocos esperaban. No he logrado encontrar detalles sobre ese único productor mundial que existe en la actualidad, tal como menciona la nota de prensa, pero si el éxito de las cassettes sigue adelante, seguro que aparecen nuevos fabricantes para aprovechar la ola mientras dure.
El óxido de hierro (III), conocido antiguamente como óxido férrico, se encuentra en estado natural en la hematita. Este material es purificado y adaptado para servir de soporte de grabación magnética en las cassettes. Este óxido, en fase gamma (γ-Fe2O3), al ser ferromagnético, se deposita sobre el soporte de la cinta en forma de partículas nanométricas ultrafinas. Nacen así las cintas vírgenes que, sometidas a los campos magnéticos de los cabezales de grabación, reorientan sus partículas para recoger analógicamente la música o la voz que deseamos guardar para el futuro (mientras dure el efecto, claro, porque la obsolescencia de las cintas de cassette, como sucede en todos los soportes habidos y por haber, es un problema a la hora de conservar la información grabada).
Con los años se desarrollaron otros tipos de cinta de cassette mejoradas, por ejemplo con compuestos de cromo, pero el óxido de hierro sigue estando ahí, en la base de la producción de cintas. Lo que me pregunto es, ¿hasta cuándo durará la moda?