El caza supersónico español, digo… egipcio

200px-Helwan_H-300.svgLa Europa inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial era lugar peligroso y contradictorio. Mientras se juzgaban los crímenes del nazismo en Alemania y en las áreas anteriormente ocupadas por los alemanes, las grandes potencias se repartían un botín muy valioso. Se trataba de los proyectos militares alemanes, tecnología de todo tipo y los científicos e ingenieros germanos que eran reclutados forzosamente para trabajar para Rusia o los Estados Unidos independientemente de la oscuridad de su pasado.

Sin embargo, un genio de la aviación alemana fue a terminar trabajando para España. Se trataba de Willy Messerschmitt. En su juventud, tras la Primera Guerra Mundial y todavía siendo estudiante, creó su primera empresa de construcción de aviones. Eran naves pequeñas, artesanales y deportivas, poca cosa. Pero por algo se empieza y, pronto, sus diseños aeronáuticos comenzaron a llamar la atención. Finalizando los años veinte del siglo pasado Messerschmitt ya contaba con diseños sobresalientes en la aviación de línea. Pero fue la Segunda Guerra Mundial el triste marco que le permitió desarrollar completamente sus ideas. Consiguió contratos millonarios para fabricar los más exitosos cazas alemanes de la guerra y, además, fue impulsor sin par de los comienzos de la aviación a reacción.

Acabada la guerra cayó en desgracia, por así decirlo, aunque lo que sucedió fue que Europa estaba hundia y no había tiempo ni dinero para imaginarios aviones a reacción en un escenario en el que la destrucción lo ocupaba todo. Bien pudo haber acabado como ingeniero en los Estados Unidos o en Rusia, pero su destino fue singular y poco común. Tras un juicio en el que fue encontrado culpable de uso de mano de obra esclava durante la guerra y tras su posterior proceso de «desnazificación» pudo, tras pasar un breve periodo de tiempo en prisión, retomar las riendas de su empresa pero, ay, no se le podía ocurrir fabricar aviones, lo tenía prohibido. Messerschmitt aceptó entonces un encargo del gobierno español, allá por el año 1952. La petición partía de la empresa Hispano Aviación, compañía que, desde Sevilla, se esforzaba por dar vida a arriesgados aviones, avanzados para su tiempo, incluso a pesar de la falta de recursos a su disposición. En la Hispano Aviación trabajó Messerschmitt, de nuevo con su inventiva al máximo de potencia, para dar forma a aviones asombrosos como el HA-200 Saeta, el primer reactor fabricado en España.

Ah pero, no quedaba la cosa ahí. El gobierno quería tener un avión supersónico, ahí es nada. Nació así el proyecto HA-300, una pequeña fantasía que, de haber llegado a buen puerto, hubiera puesto al Ejército del Aire español en lo más puntero de su tiempo. Messerschmitt y sus colaboradores diseñaron una máquina muy ágil, un caza polivalente de gran simplicidad, relativamente barato en su construcción pero, a la vez, con capacidad de vuelo supersónico sostenido. El objetivo era construir gran número de aparatos totalmente en España, más que nada porque en plena autarquía por el bloqueo internacional, al régimen de Franco no le quedaba otra que tirar con lo que podía encontrar en casa. Pero las cosas cambiaron pronto debido a la Guerra Fría. Los Estados Unidos a finales de los cincuenta ya comenzaban a ofrecer ayuda militar a España y pronto eso se tradujo en la posibilidad de comprar aviones americanos a un coste asumible, cosa que dejaba el desarrollo del HA-300 en pausa.

No habiendo pasado de simple prototipo, el HA-300 se convirtió en el Helwan HA-300, el primer avión supersónico de Egipto (técnicamente habría que decir de la República Árabe Unida, pues por entonces Egipto y Siria formaron una asociación de efímera vida). Vamos, que la Hispano Aviación llegó a un acuerdo con los egipcios para venderles el diseño de Messerschmitt y lograr así que el avión fuera desarrollado en terreno africano. En 1969, el que debió ser el primer avión supersónico construido en España se convirtió en una colección de tres prototipos egipcios que apenas volaron porque, otra vez, el conflicto entre bloques se colocó en medio. Los rusos ofrecieron su ayuda militar a Egipto y, claro, más vale MiG volando que cien diseños de Messerschmitt en el taller. Ahí, a finales de los sesenta, acabó la licencia que compró Egipto a la Hispano Aviación para construir los supersónicos HA-300.

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Bellas fotografías del HA-300. Imágenes pertenecientes al archivo de Juan Antonio Guerrero (todos los derechos reservados, se muestran aquí con fines divulgativos y con permiso del propietario.) Estas imágenes se pueden encontrar en Internet en diversos websites pero en ellos no suele aparecer fuente o referencia, lo que constituye una violación de los derechos de propiedad de las mismas, al no ser de dominio público. Agradezco enormemente a Juan Antonio Guerrero el que me haya permitido mostrarlas aquí para mejor conocimiento del patrimonio histórico y tecnológico de nuestro país.


AVISO: Carlos Martín-albo comenta algo muy importante acerca de este proyecto de avión supersónico: «El diseño del HA 300P se debe a la mente y el lápiz de uno de los mejores ingenieros aeronáuticos que ha dado este país. Su nombre es Juan de la Cruz Martín-Albo García (1925-2013). La presencia de W. Messerschmidt sólo fue testimonial durante el desarrollo del proyecto. Eso sí, su supuesto visado daba prestigio internacional a una aeronave muy avanzada en su tiempo».