(1899) Un torpedo eléctrico supera los 100 km/h

Este vehículo llevaba un nombre tan curioso como evocador: Jamais Contente1 lo que, traducido del francés, vendría a ser algo así como «el insatisfecho». Tanto su denominación como su diseño querían transmitir algo, y no cabe duda que lo conseguía. Ayer, cuando me enteré de su existencia (¡gracias @JoseM_SGP!), quedé realmente asombrado. Resulta curioso que el primer coche que superó los 100 kilómetros por hora de velocidad en toda la historia fue, ni más ni menos, que un vehículo eléctrico en 1899.

img

La historia del artilugio es ciertamente curiosa. Este «coche» con forma de torpedo que parece montado de forma algo tosca sobre un chasis de aspecto robusto, se movía animado por electricidad. Camille Jenatzy, su piloto y promotor, logró superar por primera vez los 100 kilómetros por hora de velocidad sobre un automóvil (105.882 km/h para ser exactos) y estableció así un nuevo récord de velocidad. Puede que alguien por ahí hubiera superado esta velocidad en algún trasto cuesta abajo, pero Camille era un cazador de récords y, cuando llevó a cabo su gesta, todo estaba preparado para cronometrar y registrar dicha hazaña. El piloto, de origen belga, dejó atónitos a los ciudadanos de París que se acercaron para ver a una especie de «pepino» de plateado aluminio surcar una pista con rapidez asombrosa y, además, silenciosamente.

img

Camille era hijo de un industrial dedicado a la fabricación de neumáticos de caucho y, además de promover el uso de ese tipo de ruedas, tan novedoso por entonces, era un apasionado de los coches eléctricos. Su objetivo no era otro que vender sus propios coches. Para ello, ¿había algo mejor que construir la máquina más veloz sobre caminos y carreteras de su época? La maniobra publicitaria fue sobresaliente, logrando con su coche abrir mercado para su propietario, que vio así aumentar las ventas de sus coches eléctricos sobre los de la competencia. Pero Jenatzy le tomó gusto a la velocidad, por lo que decidió competir posteriormente en varias carreras célebres hasta que, curiosamente, un accidente fue la causa de su muerte en 1913. No se estrelló ni se trató de un percance relacionado con el automovilismo, en realidad un accidente de caza fue lo que le llevó a la tumba. Este triste final no deja de tener cierta macabra gracia. El piloto siempre bromeaba con sus amigos afirmando que moriría a bordo de un coche, es más, aseguraba que iba a morir en un Mercedes. Así fue, el día en que, también de guasa, se atrevió a hacer ruidos detrás de unas matas, como si de un animal se tratara, para contrariar a sus amigos durante una cacería, recibió un disparo por error. Sí, fue confundido con una presa, pero no falleció en el acto. Cuenta la leyenda que, de camino al hospital, sus amigos trasladaron a Camille a toda velocidad a bordo de un coche, en el que murió. Se trataba de un… ¡Mercedes!

Según comentaba Madrid Científico en su número 270 en 1899 sobre esta aventura (PDF):

img

No fueron muchos los que siguieron la estela de los coches eléctricos para superar récords. Posiblemente su más cercano «alumno», por llamarlo de alguna manera, fue Andrew L. Riker, que diseñó y construyó en 1901 todo un torpedo eléctrico sobre ruedas. Los tiempos del motor de combustión interna habían llegado y, poco a poco, los coches eléctricos que tuvieron cierto éxito a principios del siglo XX desaparecieron de las calles.

Más información: Datos técnicos de una réplica construida en 1994 (PDF).

1 Véase una curiosidad sobre el nombre en este comentario.