Receta mágica donde las haya, una forma sencilla y barata de asomarse al filo del espacio, de contemplar la negrura del vacío en pleno día. Vale, es una exageración, porque 40 kilómetros (38,1 para ser exacto) hacia arriba no es, ni mucho menos, acercarse al verdadero «vacío» espacial, pero no se puede negar que los resultados visuales son extraordinarios.
Quienes, como yo, miren todos los días al cielo, sea de día o de noche, porque allá arriba, incluso desde el suelo, se pueden contemplar todo tipo de maravillas, disfrutarán como enanos con esta aventura. Al igual que muchos otros «aficionados» a lo largo de todo el mundo, con un poco maña, mucha pasión y una inversión relativamente pequeña, se puede lanzar un globo que alcance altitudes respetables y que, de paso, registre visualmente la hazaña de forma automática. El último ejemplo que he conocido es el del californiano Colin Rich quien, además de realizar vídeos de sus, hasta ahora, dos experiencias de este tipo, ha documentado en ellos todo el proceso de montaje de sus globos. Merece la pena dedicar un rato a contemplar estas experiencias. 😉
Pacific Star II por Colin Rich en Vimeo.
Pacific Star I por Colin Rich en Vimeo.