Las pioneras de la aviación española

Pilar San Miguel Martínez Campos.

Versión para TecOb del artículo que publiqué en la revista Historia de Iberia Vieja, edición de enero de 2019. Quiero agradecer a José Manuel Gil, coautor conmigo del libro Aviones bizarros, por haberme sugerido tratar este tema y haber servido de fuente primaria. (Las imágenes de este artículo han sido recogidas de prensa de la época).


Una carrera de obstáculos

Las aventuras de los pioneros de los primeros tiempos de la aviación han servido para rellenar infinidad de páginas impresas, películas y series de televisión. Ahora bien, como en tantos otros ámbitos, uno cae en la cuenta de que la mujer siempre está ausente. En conversación con mi compañero de audacias aéreas, el piloto e ingeniero aeronáutico José Manuel Gil, llegamos al convencimiento de que era hora de levantar tanto silencio. En sus notas me baso para armar este primer y breve paso en recuerdo de las intrépidas pioneras de la aviación española.

Más allá de nuestras fronteras también hallaremos episodios de esta historia por escribir, pero hace tiempo que se empezaron a dar muchos pasos en la tarea, sobre todo en otro ámbito cercano como fue la carrera espacial que tuvo lugar en plena Guerra Fría. La Unión Soviética entrenó a varias mujeres como astronautas justo después de éxito del vuelo orbital de Gagarin en 1961. Nikolái Kamanin, en la época director del programa de entrenamiento de cosmonautas, vio en el envío de mujeres al espacio otra oportunidad de superar a los Estados Unidos. Como es conocido, fue Valentina Tereshkova la elegida para volar al espacio en 1963. Al otro lado del mundo, en los Estados Unidos, no fue hasta la llegada del transbordador espacial cuando se enviaron mujeres astronauta al espacio. Y no fue porque no lo hubieran intentado, dado que a partir de un programa de entrenamiento activado en 1960 se seleccionó a un grupo de excepcionales mujeres, conocidas más tarde como las Mercury 13, que igualaron e incluso superaron a varios de sus competidores masculinos en las durísimas pruebas que debían superar para ser astronautas, pero la política de su tiempo se impuso y nunca volaron al espacio.

Esas mujeres eran habían pilotado aviones de prueba y partían de lo que ya era una larga tradición por entonces, puesto que ya en 1917 se habían formado, por ejemplo, las británicas WAAC (Women Army Auxiliary Corps) o, al poco, las WRAF (Women’s Royal Naval Service). Cierto es que se trataba de rellenar huecos en puestos auxiliares, dejados por las terribles bajas de la Gran Guerra, pero fue el primer peldaño de las mujeres en las fuerzas aéreas, que todavía tuvieron que luchar largo tiempo para alcanzar el puesto de piloto de combate (la Unión Soviética contó con un numeroso grupo de mujeres piloto de combate durante la Segunda Guerra Mundial).

En el mundo civil la presencia de mujeres en el campo del vuelo con globos se remonta a finales del siglo XVIII. La primera mujer, al menos de la que se tenga referencia, en volar en globo fue Élisabeth Thible, en 1784. A partir de ahí, se cuentan por decenas los casos de mujeres aeronautas que aparecieron a principios del siglo XIX, desde la inolvidable Sophie Blanchard, que murió en el accidente de un globo de hidrógeno en 1819, a casos tan curiosos como la audaz Élisa Garnerin, célebre por sus saltos en primitivos paracaídas. Con la llegada de los aviones, se sabe que varias mujeres volaron como pasajeras en los primeros años de este nuevo campo de la tecnología, pero apenas se conocen sus datos. Hubo que esperar a 1910 para tener a la primera mujer con licencia de piloto, la francesa Raymonde de Laroche (sin embargo, se cree que fue la también francesa Thérèse Peltier la primera mujer en pilotar un avión).

Las pioneras españolas

Sigamos fijándonos en los aparatos más pesados que el aire y viajemos a tierras españolas. Hay que comenzar la búsqueda de nuestras pioneras con una anécdota jocosa que bien pudo terminar en tragedia. Benito Loygorri Pimentel fue el primer español en conseguir la licencia como piloto de avión. Junto a Alfonso de Orleáns y de Borbón, el segundo en lograrlo, habían logrado el título oficial en Francia. El bueno de Benito no dejó pasar ni unas horas desde que le llegó la documentación, para ponerse a los mandos de un aeroplano Farman y salir a surcar los cielos. El caso es que, tras diversas exhibiciones y vuelos de competición en Francia, Loygorri se dispone en 1910 a realizar un vuelo sobre San Sebastián. En esa aventura se dio el caso de la primera mujer española en volar en avión, aunque hay algunos rumores de otros casos anteriores de los que apenas queda registro. Benito se encontraba por entonces cortejando a una chica llamada María Minondo. ¿Qué mejor forma de impresionarla que volar con ella? Ciertamente, le causó una honda impresión, porque tras volar sobre la playa de San Sebastián, el avión comenzó a dar síntomas de un problema mecánico y el piloto tuvo que aterrizar de emergencia en la arena, entre una multitud de sorprendidos bañistas. Se cuenta que, después de tan peligroso lance, María no quiso volver a volar y, claro está, tampoco quiso volver a saber nada de Benito.

Las historias de este tipo y de ese tiempo quedan oscurecidas por la neblina de la falta de datos. Sin embargo, se puede rastrear la pasión aeronáutica de muchas mujeres de la época, aunque sea a modo de pálido reflejo de la realidad. Ciertamente, como en tantos ámbitos, el que una mujer quiera pilotar un avión era algo pintoresco, cuando no directamente mal visto, por la sociedad de su época. De ahí que, no sólo fueran pocas las que lograron su objetivo, sino que las noticias que nos han llegado de ellas suelen ser anecdóticas y fragmentarias. Se cuenta, por ejemplo, que la mujer del célebre piloto e inventor Emilio Herrera, Irene Aguilera, aprendió el manejo de los aeroplanos en la escuela de Cuatro Vientos, donde él era profesor de lo que fueron las primeras promociones de pilotos españoles, allá por el año 1912.

María Bernaldo.
Sin embargo, hay que esperar al 24 de noviembre de 1928 para que se concediera el primer título de aviadora en España. Fue emitido por la Escuela del Real Aeroclub de España en Getafe a nombre de la inquieta María Bernaldo de Quirós Bustillo. Nacida en Madrid, de familia asturiana, María participó en diversas exhibiciones aéreas, pero, aunque logró el éxito entre el público y aclamaciones de la prensa, no logró convertir su pasión en un oficio, pues se le cerraron todas las puertas a ello. Para ver el tono de las notas de prensa de la época con respecto al asunto, véase este extracto de un artículo publicado en el Heraldo de Madrid el 20 de septiembre de 1928, cuando María se examinaba para la licencia de vuelo (el titular ya nos dice todo):

La primera aviadora de España es asturiana, tiene veintiocho años y es muy bonita. El sábado elevóse en Getafe una avioneta. El débil avión rayó majestuosamente los cielos de Madrid. Su geometría fue suave y elegante, como un rizo de viento. (…) Y de la avioneta emergió una figurilla frágil, pese a su mono, a las peludas gafas y al fiero pasamontañas. Y desde aquel momento (…) tuvo España su primera aviadora: María Bernaldo de Quirós.

Esta crónica, de Francisco Lucientes, se extiende a cuatro columnas, ocupando gran parte de la sábana del periódico, describiendo mil detalles de la piloto en lo que más bien parecería una columna de prensa rosa. Luego, se añade una entrevista breve en la que no se dejan de mencionar los asombros y extrañezas de las gentes al ver a una mujer pilotando un avión. El tono, típico de la época, despertaría hoy día el lógico enfado de las lectoras.

A partir de aquí muchas otras mujeres lucharon por lograr su sueño. En enero de 1929 consigue su título de piloto la aviadora Margot Soriano Sánchez, esposa del piloto José María Ansaldo Vejarano. Curiosamente, la prensa de entonces dedicó grandes reportajes a la pareja, porque ambos se casaron en un hangar de Cuatro Vientos y comenzaron su viaje de novios allí mismo, partiendo en una avioneta.

Margot Soriano y José María Ansaldo durante su boda en Cuatro Vientos.

Ya en 1930 encontramos a otra aviadora, Pilar San Miguel Martínez Campos (como sus apellidos nos indican, nieta del general Martínez Campos), que logró su licencia aquel año (curiosamente casada con otro piloto, hermano del citado anteriormente: Juan Antonio Ansando).

Pilar San Miguel Martínez Campos.

Mari Pepa Colomer.
Y en esto llegamos a 1931, cuando consigue su licencia una piloto excepcional, lograda en la Escuela de Aviación de Barcelona, con apenas diecisiete años de edad. Se trataba María Josep Colomer Luque (Mari-Pepa para la prensa de la época), nacida en Sabadell en 1913. La que fuera cuarta mujer piloto española llegó a ser profesora de vuelo hasta que, llegada la Guerra Civil, pasó a la Escuela de Pilotos Aviadores Militares. Con esto se convierte, no sólo en una de las primeras en volar en España, sino en la primera instructora de vuelo del país. Su pasión le venía de lejos, pues siendo niña ya se la podía ver en los aeródromos aprendiendo de los mecánicos y auxiliares. Al término de la guerra hubo de exiliarse, primero en Francia y posteriormente en Inglaterra, donde no volvió a volar. Cabe recordar que María Pepa realizó la maniobra de aterrizaje de todo un gran dirigible en 1932. En la revista Estampa, edición del 23 de febrero de 1935, la piloto comentaba lo siguiente sobre su pasión por los aviones:

…al principio mi familia no quería. ¡Huy, tuve que luchar con muchas dificultades! Decía que estaba loca, que la aviación era para los hombres y no para las mujeres, que me iba a estrellar… Pero yo no hice caso y, en vista de que no cedía, mi familia me autorizó, al fin. (…) De niña me encantaban los relatos de las hazañas de los más afamados aviadores, y cuando desde el balcón de mi casa veía pasar un aeroplano, me quedaba contemplándolo, como hipnotizada. (…) Enseguida supe manejar el aparato, tengo una gran serenidad para volar y a los pocos meses de empezar las clases ya me elevaba sola. Luego me examiné para conseguir el título de piloto y salí bien. (…) Yo no tengo ninguna otra profesión o carrera, y como tendré que ganarme la vida por mi cuenta, prefiero hacerlo como aviadora. Hasta ahora, la aviación no nos brinda ningún porvenir a las mujeres, pero quizá las cosas cambien con el tiempo.

El tiempo le dio la razón, pero todavía se mantuvo el mundo de la aviación, como tantos otros, prácticamente cerrado a las mujeres. En años posteriores, durante la década de los treinta, podemos encontrar otros casos de mujeres aviadoras en España, como África Llamas de Rada, Dolors Vives i Rodón o Raimunda Elías, que conforman una apasionante historia que merece ser pasada a tinta con detalle más adelante.

Mari Pepa Colomer con sus instructores de vuelo.