
Tiene gracia, o más bien delito, porque ayer me envió Adolfo Arranz, a quien no dudo en calificar como maestro de la ilustración y la infografía, varias imágenes que tomó del incidente de Villalbeto, sí, esa historia que tantas veces he contado por aquí con meteoritos de por medio. Resulta que él también fue testigo del suceso y, si digo que tiene delito, es porque somos vecinos, esto es, guardenses los dos, pero tanto esta historia como otras las hemos compartido vía correo electrónico porque nuestro vínculo es únicamente virtual, nunca nos hemos visto en persona, y eso que seguramente vivimos a escasos cientos de metros. Habrá que solucionar esta patética paradoja un días de estos. 😉 Ahora, dejo a los lectores de TecOb con la breve descripción de Adolfo sobre el memorable 4 de enero de 2004 y, de paso, si alguien todavía no sabe qué sucedió ese día, invito a que se pase por los enlaces que he colocado más abajo…
…presencié el fenómeno de primera mano y en un sitio excepcional. Me encontraba en esos momentos con mi mujer, mi cuñado y su esposa viendo una casa muy chula que hay abandonada en la estación de Villaverde de la Peña, había llegado ahí andando por un camino de tierra desde Tarilonte. Curiosamente mientras estaba a medio camino hice una foto a un charco con berros, y en ese momento noté un resplandor, igual que un flash, me quede extrañado pensando que había puesto el flash… y no le di importancia, luego ya cuando estábamos en las inmediaciones de la casa en ruinas volvió a aparecer un flashazo y entre mi cuñado y yo nos preguntamos mutuamente que si teníamos puesto el flash de las cámaras… Después de unos minutos vino el estruendo más grande que he oído en mi vida, temblaba el suelo, y de qué manera, impresionante, no sabría decir, la sensación era única, el ruido rebotaba en las montañas de enfrente… Ni me atrevía a mirar hacia arriba. Cuando pasó el estruendo la zona donde estábamos olía bastante a requemado. Luego, justo encima de nuestras cabezas y diría que a no mucha altura, había un humo blanco que había dejado el impacto. Lo que no vimos fue el bólido entrando ni nada de eso, y lo podríamos haber visto sin problemas y encima con cámaras, aunque la mía era una cámara digital patatera…
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Fotografías de Adolfo Arranz
(He ajustado las curvas con Photoshop, porque mejoran bastante).
Naturalmente, tal y como se muestra en la descripción anterior, sólo se aprecia la «nube» que dejó la explosión aérea. Capturas del bólido en el aire hay pocas, pero sin duda la más impactante, al menos para mí, es la que realizó María Maximina Ruiz desde Santa Columba de Corueño, en León, a escasos segundos tras la fragmentación. (Fuente: SPMN)