La bella mansión que aparece en la fotografía que acompaña estas letras es la propiedad Cragside, situada en el norte de Inglaterra, en Northumberland, entre bosques y montañas. Este lugar atrajo la atención de William Armstrong, uno de los más célebres ingenieros e industriales británicos del siglo XIX. Hace ahora siglo y medio que levantó allá arriba esta gran casa, cuya visita es muy recomendable. Un lugar en el que se vivieron algunas de las escenas más importantes de la historia de la tecnología, aunque poca gente lo recuerde porque, ¿quién inventó la bombilla eléctrica de incandescencia? ¡Edison! Eso es lo que diría la mayoría. La historia real es muy diferente. Veamos qué sucedió entre los muros de Cragside y qué tiene que ver con la iluminación eléctrica.
William Armstrong falleció en 1900, a los noventa años de edad. Habiendo vivido prácticamente durante todo el siglo XIX, fue testigo y protagonista del despegue acelerado de la tecnología. Levantó grandes industrias, diseñó baterías de cañones para buques de guerra e inventó todo tipo de artilugios, como el acumulador hidráulico. Pero, además, era un apasionado de la electricidad. Cragside fue el primer lugar del mundo en contar con una central hidroeléctrica, que Armstrong diseñó y construyó para que, a través de una dinamo Siemens, hubiera alimentación de corriente eléctrica capaz de iluminar la casa con sistemas de arco voltaico. La idea no fue tan buena como parecía, las lámparas de arco no duraban mucho y eran costosas de mantener. Pero, entre tantos problemas para encontrar un modo de iluminar la mansión con electricidad, apareció una nueva propuesta en el escenario.
Ya que las lámparas de arco no eran viables, a pesar de llevar en el mercado bastante tiempo, ¿qué alternativa podría haber? Armstrong estuvo discutiendo el asunto con un amigo, un tal Joseph Wilson Swan. ¿Acaso le suena a alguien ese nombre? Bien, pues el tal Swan es el verdadero inventor de la bombilla de incandescencia, honor que, si acaso, debiera compartir con el ruso Aleksandr Lodygin. El caso es que Armstrong y Swan se necesitaban. Uno tenía la electricidad, procedente de su central hidráulica, el otro tenía una idea brillante: la bombilla de incandescencia. Swan ya había probado varios modelos en su taller, desde sus primeros experimentos hacia 1860, pero con el paso de los años había perdido interés en las bombillas hasta que pensó en emplear filamentos carbonizados de algodón. Tras muchas mejoras y diversas pruebas en Newcastle, logró patentar la bombilla de incandescencia en 1878, una año antes que Edison, quien además estaba utilizando los modelos de Swan en sus propias experiencias. Con el tiempo Edison y Swan colaboraron en una serie de aventuras empresariales, pero el que sabía vender imagen era Edison, quedando como inventor de la bombilla para el imaginario público, cuando realmente fue más alguien que aplicó con oportunidad las tecnologías de otros, con muy buen olfato comercial.
Regresemos a Cragside, nos hallamos en el mes de diciembre de 1880. Estaba a punto de suceder algo que, más tarde, se hizo común en todo el planeta. Sin embargo, nunca antes se había intentado, y no sabían qué podía suceder. Armstrong y Swan trabajaron durante varios días instalando una línea de cables de alimentación desde el salto de agua, donde se localizaba la dinamo Siemens, hasta una de las galerías y el despacho de Armstrong en Cragside. Las viejas lámparas de arco fueron substituidas por las novísimas bombillas de incandescencia de Swan. Cayendo el sol, antes de que la noche reinara, Armtrong pulsó el interruptor para conectar la línea de bombillas. De repente, el sol parecía haber regresado, la dinamo estaba girando más rápido de lo debido y alimentaba la línea de bombillas con más energía de la necesaria, pero los filamentos aguantaron. El brillo de la luz eléctrica llenó de asombro a los presentes. Armtrong y Swan fueron conscientes de que el mundo acababa de cambiar para siempre pues se encontraban en la primera casa del mundo iluminada con bombillas eléctricas de incandescencia.
Más información:
- William Armstrong – Magician of the north.
- The Guardian – Palace of a modern magician to glow once more with his water-powered light.
Fotografía: Cragside, por DaveSumpner.