El día que 2.700 ordenadores Apple, sin estrenar, terminaron en la basura

apple_lisaEl Apple Lisa fue puesto a la venta en 1983 con un precio de esos que da susto, pues 9.995 dólares de la época eran toda una pequeña fortuna. Lo de «Lisa» dicen que viene a cuento del nombre de la primera hija de Steve Jobs, que nació en 1978, aunque oficialmente es un acrónimo de Local Integrated Software Architecture.

El Lisa tenía su atractivo, era un ordenador adelantado a su tiempo, al menos si era comparado con el resto de máquinas de la competencia en el mercado doméstico o de oficina, un mercado que acababa de nacer. En retoño de Apple contaba con un novedoso ratón de un solo botón, heredero del célebre modelo original de Xerox de tres botones, disco duro de 5MB en algunas de las versiones más avanzadas y, cómo no, fue el primer ordenador personal comercial en contar con interfaz gráfica de usuario. Si unimos a todo eso una pantalla monócroma de 12 pulgadas y dos disqueteras junto a un diseño un tanto especial, porque parecía una televisión más que otra cosa, lo que tenemos es un aparato singular y, a la vez, extraño.

El ordenador Lisa no hubiera disgustado mucho en su forma de uso a las gentes que nunca han utilizado las líneas de comando, porque contaba con menús, ventanas, barras de desplazamiento y hasta papelera, de la misma forma a como todavía son entendidos hoy esos elementos de interacción con el usuario. Sencillamente, el Lisa era la leche, y además contaba con un arsenal de software realmente impresionante. Pero algo no marchaba bien. Los desarrolladores independientes de software no lo veían con buenos ojos, no era compatible con ningún otro ordenador de la época, lo que venía a ser casi lo mismo que decir que no tenía nada que ver con las tan extendidas máquinas de IBM y, para colmo, las disqueteras fallaban demasiado y tuvieron que ser renovadas al cabo de un tiempo.

Jobs había pensado en un ordenador de apenas 2.000 dólares, pero después del proceso de diseño, en el que curiosamente el propio Jobs fue apartado, el engendro acabó costando los casi 10.000 dólares que mencioné antes. Claro, por ese precio podías esperar toda una maravilla. Pues no, ni de lejos. Por ejemplo, el pobre microprocesador Motorola 68000 era demasiado lento para poder responder con agilidad a las necesidades del entorno gráfico. Además, al poco de salir al mercado, un insistente rumor acerca de un nuevo ordenador de Apple que era mucho más rápido y barato, que supuestamente iba a aparecer en el mercado en unos meses, terminó por convertir al Lisa en un dinosaurio imposible de venderse.

Para colmo, aunque no tenían interfaces gráficas, los ordenadores compatibles con MS-DOS comenzaron a proliferar y, por supuesto, sus precios eran de risa comparados con el Lisa. Así, los PC de IBM y los clones de un montón de marcas se comieron el mercado, con lo que Apple tuvo que retirar el Lisa a comienzos de 1985. En apenas dos años, se habían vendido menos de 80.000 ordenadores Lisa, mientras que los PC de IBM y compatibles reinaban con cientos de miles de unidades vendidas cada mes. En los almacenes de Apple quedaron los Lisa supervivientes, sin ser siquiera estrenados, olvidados como trastos viejos, hasta que un día de 1989 fueron enviados a un basurero de la localidad de Logan, en Utah, donde terminaron sepultados.

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Un Apple Lisa asoma entre los restos de sus compañeros en el vertedero de Logan, durante el proceso de destrucción de 2.700 unidades en septiembre de 1989. Fuente: Herald Journal / USU Special Collections.

Pero, ¿por qué terminaron en el vertedero de Logan aquellas 2.700 máquinas? Al parecer, una empresa local de venta de ordenadores, Sun Remarketing, había llegado a un acuerdo con Apple para comercializar varios miles de Lisa revisados y actualizados a un precio «moderado», apenas 4.000 dólares. Véase que lo de «moderado» es cosa de guasa, porque también era toda una fortuna. Al final, el producto era imposible de ser colocado en el mercado, por lo que Apple decidió enviar los ordenadores desde el almacén hasta el vertedero. Con la operación la compañía se ahorró un montón de dinero en impuestos y en gastos de almacenaje. Fueron 22 los envíos en camiones de basura hasta completar la operación, mientras guardias de seguridad vigilaban para evitar que se salvara ni un solo Lisa. Muchos lugareños se acercaron al cabo de unos días al vertedero para intentar conseguir un Apple Lisa, pero descubrieron que, además de haber sido sepultados con eficacia, todos estaban triturados.

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Imagen superior: Apple Lisa, fotografía de Rama & Musée Bolo. CC-By.