Calculadoras de bolsillo de hace un siglo

Hace quince años que los euros vinieron a desterrar algunas monedas nacionales en la vieja Europa, como sucedió con la peseta. El caso es que, entre algunos papeles, recuperé hace poco cierta pieza de plástico, del tamaño de una tarjeta de crédito, de esas que regalaban los bancos y supermercados allá por 2002 con una tabla de equivalencia de valores entre diversas cantidades de euros y pesetas. Teniendo la pieza delante, caí en la cuenta de su parecido en cuanto a diseño con ciertos artilugios de principios del siglo XX, solo que aquéllos eran móviles y no sólo simples tablas impresas.

Calculadora de bolsillo «Addiator». Imagen de Xauxa Håkan Svensson, CC-By-SA.

Desde finales del siglo XIX, pero sobre todo desde 1920, proliferaron las calculadoras de bolsillo que venían a tener un tamaño algo superior a una tarjeta de crédito actual. Muchas de estas calculadoras, dotadas de láminas deslizantes de metal, contaban con un stylus para marcar las cifras de las operaciones deseadas. Estaban pensadas sobre todo para sumar y restar, aunque algunos modelos «de lujo» estaban incluso unidos a complejas reglas de cálculo, claro que, en esos casos, ya no eran de bolsillo.

Calculadora Wizard con stylus. Imagen de Gerd Thiele. CC-By.

Durante décadas, aproximadamente entre 1920 y finales de los sesenta, todo tipo de técnicos, comerciantes, viajantes y profesionales, llevaron una de estas tarjetas «sumadoras» en sus bolsillos.

Calculadora «Exacta», cortesía de Albert. 🙂

Algunos modelos se comercializaron en todo el mundo, como las célebres Ve-Po-Ad o las Addiator. El siguiente vídeo muestra el sencillo funcionamiento de una de estas calculadoras de bolsillo, que llegaron a ser ubicuas y hoy, desde la revolución de las calculadoras electrónicas, han caído en el olvido.

Al hilo de todo esto, no me resisto a recordar ciertos intentos por llevar las calculadoras mecánicas de bolsillo un poco más allá. He aquí, a modo de ejemplo, la patente de Wayne M. Andrews, solicitada en 1941 y concedida en 1946, acerca de una calculadora «embutida» en una pluma estilográfica o un bolígrafo.

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