El Hombre de Marree

Durante siglos los humanos han dibujado gigantescas figuras sobre tierra y roca, deseando crear formas que únicamente fueran visibles desde las alturas. En algunas ocasiones se trató de acciones relacionados con algún hecho religioso o creencia en dioses que, desde lo alto, pudieran contemplar el tributo de los mortales a ellos dirigido. Ahí quedan los geoglifos, marcas y dibujos de Nazca, o el «candelabro» de Paracas. Más, llegó un tiempo en que el mismo ánimo movió a la creación de dibujos, igualmente gigantescos, que a modo de bromas monumentales fueran captadas por otros ojos que habitan los cielos, esto es, los satélites en órbita terrestre o, más comunmente, cámaras fotográficas a bordo de aviones. El objetivo de muchos de ellos, su más profundo deseo, era el de aparecer en el grial de la neogeografía, Google Earth. Quede ahí, por ejemplo, la hazaña de Homer Simpson al atrapar una rosquilla gigante.

Dibujos, círculos y demás trazos gigantescos seguirán siendo dibujados sobre la superficie terrestre, por el motivo que fuere, religioso o por puro divertimento, mientras por aquí caminen los humanos. Ahora bien, hoy quiero llamar la atención sobre un caso muy particular. No se trata de un dibujo antiguo, ni siquiera será muy duradero y, sin embargo, un aire de misterio envuelve su presencia. En la historia del Hombre de Marree no hay supuestos extraterrestres, ni cultos tribales antiquísimos, ni siquiera una secta maléfica, nada de eso. Parece que se trata de una broma, pero no se sabe a ciencia cierta a quién puede atribuirse el gran dibujillo.

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También conocido como El Gigante de Stuart, en recuerdo de un explorador australiano, este geoglifo gigante, con más de cuatro kilómetros de largo, fue descubierto en el corazón de Australia, en las cercanías de la pequeña población de Marree, a principios del verano de 1998. Como puede verse, se trata de un gran dibujo marcado sobre terreno mesetario que parece representar a un indivíduo desnudo que porta una especie de vara, recordando de lejos a un director de orquesta, aunque se suele afirmar que representa algún tipo de aborigen australiano.

Sobre este geoglifo se ha dicho de todo, pero poco se ha aclarado. Se sabe que está formado por surcos sobre el terreno, realizados sin duda con maquinaria agrícola o de construcción, siguiendo un trazado marcado gracias a la ayuda de un GPS. Pero desde que apareció, hasta ahora, no se ha dado con el autor. Eso sí, como puede verse en Google Earth, se está borrando con rapidez y ya es difícil percibirlo. He aquí, por ejemplo, una captura del área que acabo de realizar con dicho programa.

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Sobre el autor, o autores, hay hipótesis para todos los gustos, desde artistas excéntricos a gentes de Marree deseosas de atraer turismo, pasando por militares, lo cierto es que la broma ha merecido mención en gran número de libros y artículos, además de atraer visitantes curiosos que, cómo no, necesitan volar en avioneta para percibir lo que, desde el suelo, no son más que leves surcos de tierra.

No viene mucho al caso, pero a mí el dibujillo me recuerda lejanamente a cierta escultura de Poseidón. 😉

| Vía Catholicgauze |