Un modelo (patentado) de la Tierra hueca de 1912



Desde el siglo XVIII, y hasta bien entrado el XX, la teoría de la «Tierra hueca» tuvo cierto predicamento, con algunos ejemplos de defensa fanática incluidos. Nuestro conocimiento actual de la estructura del planeta Tierra hace que no tenga ya ningún sentido hablar de esa cuestión, pero hubo un tiempo, a principios del siglo XX, en que era muy comentada y aparecía en prensa cada poco (la idea fue popularizada por Julio Verne en su Viaje al centro de la Tierra, de 1864).

La versión más radical de este modelo planteaba nuestro planeta como completamente hueco, dotado de una corteza más o menos gruesa, que habitamos nosotros en el exterior, pero que también sostendría una civilización «intraterrestre» localizada en la cara interior de esa corteza y alimentada por una especie de sol interior en posición central, existiendo grandes agujeros en los polos que comunicarían el interior y el exterior en una especie de maravilla topológica ignota.

Hay quien fue más allá y afirmó que, en realidad, somos nosotros los que vivimos en el interior de esa corteza. En fin, que no tiene caso hoy día, pero hace alrededor de un siglo un estadounidense defensor de la teoría de la Tierra hueca, Marshall B. Gardner, autor en 1920 del libro A Journey to the Earth’s Interior, se planteó cómo hacer más popular esta idea y, de paso, cómo difundirla de forma práctica. La solución le llegó en forma de diseño sobre un globo terrestre didáctico que patentó en 1912 y que, como puede verse en la siguiente imagen procedente del expediente original, deja bien claro lo que quería mostrar. Toda una curiosidad cartográfica de la que, por cierto, desconozco si se ha conservado alguno de los modelos que presumiblemente se comercializaron (pinchar en la imagen para ampliar).