La aventura fallida del mapa a la millonésima

Oficialmente era conocido como proyecto del Mapa Internacional del Mundo, pero fue popularmente nombrado como Mapa del Mundo a la millonésima por ser la escala 1:1.000.000 la elegida para ser llevado a cabo. Por desgracia, no llegó muy lejos. Veamos cierto recorte de prensa del periódico El Heraldo Militar, publicado en Madrid, en su edición del día 3 de diciembre de 1913.

Interesante en extremo resultó la sesión que ayer celebró [la Sociedad Geográfica] para oír al señor don Luis Cubillo, delegado de España en la Conferencia que ahora va a reunirse en París para tomar acuerdos respecto al mapa internacional del mundo en escala de 1:1000000. El Sr. Cubillo, jefe de la sección de Artes Gráficas del Instituto Geográfico y Estadístico, presentó pruebas del ensayo de una hoja de España de dicho mapa internacional, ensayo hecho bajo su dirección, y expuso, además, todos los antecedentes relativos a dicho importantísimo trabajo.

En este mapa del mundo se prescinde de los sombreados más o menos artísticos para indicar la orografía; será un mapa hipsométrico, con curvas de nivel. El sistema de representación admitido reúne todas las condiciones de una buena proyección, evitando las grandes deformaciones a que obligan las proyecciones generalmente empleadas. A la Península Ibérica con las Baleares corresponden seis hojas. El ensayo hecho para presentarlo en la Corporación de París es el de la hoja titulada «Valencia», que comprende el Centro y el SE. de España al Sur del paralelo de 40º…

El entusiasmo por el mapa al que se refiere el artículo era muy grande hacia 1913. La idea era digna de elogio, lástima que lo que se suponía como un esfuerzo común, terminó estallando en pedazos un año más tarde con el inicio de la horrible Gran Guerra. Durante siglos cada nación había desarrollado sus propias normas cartográficas y, aunque en el siglo XIX se establecieron ciertos puntos en común como la referencia del meridiano de Greenwich, cada oficina cartográfica navegaba por aguas independientes. ¿Sería posible crear un gran mapa del mundo que sirviera para todos y evitara los mil problemas que aquella proliferación de «visiones del mundo» causaba tanto a la navegación como a multitud de actividades humanas? Así surgió en la mente de muchos geógrafos la idea de unificar la cartografía mundial bajo una serie de normas estandarizadas, al modo que soñó por ejemplo el geógrafo alemán Albrecht Penck hacia el cambio de siglo.

Su sistema consiguió apoyos en diversos congresos internacionales, hasta que se decidió crear el imponente Mapa Internacional del Mundo, un gigantesco atlas con 2.500 mapas a escala 1:1000000, cubriendo cada uno de ellos 4º de latitud y 6º de longitud. El mapa de la millonésima comenzó a tomar fuerza en 1913, organizado con sumo cuidado desde una oficina central situada en el Ordnance Survey de Londres. Cada país se encargaría de realizar los mapas que le correspondieran del atlas, para luego compartirlo con el resto de naciones, siguiendo para esa tarea un manual muy preciso acerca de la proyección a emplar, tipos de tinta y colores, símbolos para carreteras, ferrocarriles, tipografías y similares. Cada detalle, por pequeño que fuera, estaba contemplado, como por ejemplo el uso de toponimia local impresa en alfabeto romano o la obligación de añadir una leyenda en francés e inglés. Claro que, a principios del siglo XX pocos eran los países con tecnología suficiente y medios adecuados para llevar a cabo tan inmensa tarea. Aunque tras el acuerdo inicial, firmado en París, fueron muchos los países que se unieron al proyecto, poco tardó la idea en hundirse. Al final de la Primera Guerra Mundial apenas se habían completado ocho de los más de dos millares de hojas del mapa completo.

Cierto es que la Sociedad de Naciones retomó el esfuerzo y logró producir bastantes hojas, pero muchas no cumplían con las estrictas normas inicialmente diseñadas y, además, los bombardeos alemanes sobre Londres terminaron quemando los materiales del proyecto en plena Segunda Guerra Mundial. Nuevamente, la idea fue reanimada por la ONU terminada la guerra y, aunque otra vez logró crear varios cientos de hojas del proyecto, acabó por aparcarlo en un cajón perdido en algún lugar ignoto. El trabajo de cientos de geógrafos y cartógrafos de todo el mundo terminó siendo sepultado por dificultades burocráticas, económicas y por la desconfianza entre naciones.

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Imagen: Hojas del «mapa a la millonésima» en una oficina de guerra británica hacia 1943. Fuente: Flickr, x-ray delta one.