Hoy, hace 20 años, el cielo se abrió con estruendo sobre la Montaña Palentina (meteorito de Villalbeto)

Fotografía que me envió Adolfo Arranz a los pocos días del evento. Se puede observar la extraña "nube" que se desplegaba en la vertical.

Hoy es jueves, 4 de enero de 2024. Hace exactamente dos décadas yo tenía 28 años, era domingo, 4 de enero de 2004 cuando, a las 16:46 horas UTC de la tarde sucedió lo más asombroso que he contemplado en toda mi vida. Y eso que he visto cosas raras en el cielo, pero aquello fue algo que me marcó para siempre. Incluso parte de mi primera novela de ciencia ficción, que escribí en 2009 y publiqué en 2012, El viaje de Argos, está inspirada en ese evento sucedido hace veinte años.

Fotografía realizada por María Maximina Ruiz desde Santa Columba de Corueño (León). Fuente SPMN.

Lo recuerdo como si fuera ahora mismo. Estaba en Guardo (noroeste de la provincia de Palencia), trabajando con el portátil preparando unos mapas de análisis del medio físico para un proyecto que debía entregar al día siguiente. A la hora mencionada todo comenzó a vibrar de forma extraña. Al principio pensé que una especie de apisonadora estaba circulando por la calle, cosa muy rara sobre todo un domingo por la tarde. Un rato después, tras un impresionante fogonazo, un estruendo sordo lo inundó todo, asomé a la ventana y vi en lo alto una gran nube negra que se dispersaba en la vertical. Literalmente, la tierra, las paredes y, sobre todo, las ventanas, temblaron terriblemente ante aquello. ¿Qué había sucedido? Muchos vecinos me comentaron más tarde que hubo caída de objetos y, sobre todo, roturas en cristales de ventanas y similares.

Lo que sucedió fue que un impresionante bólido (un pedazo de roca a gran velocidad entrando en la atmósfera terrestre venido de los confines del Sistema Solar) había explotado en la alta atmósfera sobre la Montaña Palentina, siendo observado el destello en la mitad norte peninsular por miles de personas. Se calcula que el objeto tenía una masa antes de su entrada atmosférica de al menos 500 kilogramos. Con los años se han publicado muchos artículos científicos sobre el evento y, cómo no, sobre los restos de meteorito localizados en los días siguientes, sobre todo los encontrados en un pueblo cercano a Guardo llamado Villalbeto de la Peña, nombre con el que se ha conocido desde entonces el «pedrusco cósmico»: el meteorito de Villalbeto.

Fragmento del meteorito de Villalbeto, en imagen que hapublicado hoy José Vicente Casado en su Instagram.

El brillo del meteoro fue extraordinario, estimándose una magnitud aproximada de -18±1, mucho mayor que la luna, que era visible esa tarde. La estela permaneció en el cielo casi media hora y, dado que era domingo y muchas personas estaban paseando a la hora del evento, hoy contamos con numerosas fotografías de lo sucedido.

Órbita heliocéntrica obtenida del meteorito Villalbeto de la Peña. Fuente: SPMN.

El bólido pasó sobre León a unos 80 kilómetros de altitud y se dirigió a Guardo, donde prácticamente en su vertical explotó, a unos 30 kilómetros de altitud, dispersando una gran nube y fragmentos que cayeron sobre la Montaña Palentina, entre Guardo y Cervera de Pisuerga. Aunque ya lo publiqué en su día, no me resisto a traer aquí de nuevo las impresiones que vivió mi vecino y amigo Adolfo Arranz, que se encontraba ese día y a esa hora en el campo. Así me lo narró:

…presencié el fenómeno de primera mano y en un sitio excepcional. Me encontraba en esos momentos con mi mujer, mi cuñado y su esposa viendo una casa muy chula que hay abandonada en la estación de Villaverde de la Peña, había llegado ahí andando por un camino de tierra desde Tarilonte. Curiosamente mientras estaba a medio camino hice una foto a un charco con berros, y en ese momento noté un resplandor, igual que un flash, me quede extrañado pensando que había puesto el flash… y no le di importancia, luego ya cuando estábamos en las inmediaciones de la casa en ruinas volvió a aparecer un flashazo y entre mi cuñado y yo nos preguntamos mutuamente que si teníamos puesto el flash de las cámaras… Después de unos minutos vino el estruendo más grande que he oído en mi vida, temblaba el suelo, y de qué manera, impresionante, no sabría decir, la sensación era única, el ruido rebotaba en las montañas de enfrente… Ni me atrevía a mirar hacia arriba. Cuando pasó el estruendo la zona donde estábamos olía bastante a requemado. Luego, justo encima de nuestras cabezas y diría que a no mucha altura, había un humo blanco que había dejado el impacto. Lo que no vimos fue el bólido entrando ni nada de eso, y lo podríamos haber visto sin problemas y encima con cámaras, aunque la mía era una cámara digital patatera…

Fotografía que me envió Adolfo Arranz a los pocos días del evento. Se puede observar la extraña «nube» que se desplegaba en la vertical.

En fin, que han pasado veinte años de aquello y sigue asombrándome como entonces. Cuando vives en directo y en persona algo así, no se olvida nunca. Sin duda, fue un evento único de que tuve la suerte de ser testigo.