Aviones nucleares

señal¿Qué puede pensarse si uno se sube a un avión que porta un gran símbolo de peligro por radiación pintado en plano de cola? Como poco, un escalofrío recorrería nuestra espalda. Retornemos a la época de la Guerra Fría. La idea central de aquel «juego» consistía en dos formas de mover las piezas en el tablero. Una de ellas era la disuasión, la otra, la aniquilación sorpresiva del contrario. Cuando las dos superpotencias nucleares ya contaban con un arsenal bastante grande, siempre existía el riesgo de destrucción mutua, con lo que la doctrina de la disuasión hacía que quienes tenían el «maletín» nuclear a mano se lo pensaran dos veces antes de mandar al infierno a media humanidad. Por otra parte, la línea de la disuasión era muy delgada, cualquier avance tecnológico ejecutado por parte de uno de los dos «equipos» participantes en la mortal partida podía romper el equilibrio. ¿Y si el enemigo logra un bombardero estratégico tan rápido y avanzado que fuera capaz de volarnos por los aires sin que podamos lanzar una represalia? Antes de la época de los misiles intercontinentales esa era la intención, lograr la más avanzada y rápida flota de bombarderos estratégicos, capaces de freir al contendiente en cuestión de horas.

Así nació la idea del bombardero estratégico nuclear Convair X-6 Crusader (NB-36H), un avión experimental que nunca llegó a buen puerto pero que se proyectó con muchas ganas. Nos encontramos en el 46, la Segunda Guerra Mundial ha terminado, los nazis y los japoneses ya no son una amenaza, ahora Stalin es el demonio a combatir. Por su parte, el dictador soviético, que verdaderamente era una mala bestia, hacía todo lo que podía por tener más armas que sus odiados «amigos» americanos y ya se encontraba en el camino de iniciar la carrera de armamentos nucleares. La Fuerza Aérea de los Estados Unidos inició por entonces el proyecto NEPA, Nuclear Energy for the Propulsion of Aircraft, dedicando grandes esfuerzos en el desarrollo de diversos aviones capaces de alimentarse a través de un reactor de fisión. Pero el asunto de la propulsión no dejaba de ser secundario, algo tan importante como eso también se estudió: la capacidad de una nave de sobrevivir a la radiación generada por el propio reactor. Se construyó un abigarrado prototipo, fascinante y complejísimo que, tras muchos problemas, rediseños y adaptaciones, logró contar con un reactor de fisión refrigerado por aire con una capacidad de producción energética de 1.000 kilowatios. Naturalmente, ese reactor no alimentaba la propulsión, todavía no se había llegado a eso y, en realidad, nunca se llegaría, pero en la idea de los ingenieros estaba el utilizarlo como prototipo con el que investigar los problemas de la radiación en aviones nucleares, lo de la propulsión se suponía que llegaría más tarde. El NB-36H realizó casi cincuenta vuelos de prueba entre el 55 y el 57, pero las cosas nunca fueron sencillas, se localizaron gran número de problemas y, a causa de ello, se decidió abandonar el desarrollo de tales aparatos. Naturalmente, a los soviéticos se les metió en la cabeza una idea similar, llegando a experimentar con su Tupolev Tu-119 la tecnología de reactores de fisión aplicada a bombarderos allá por los años sesenta. Todas aquellas aventuras nacieron ya muertas, por fortuna. Otros pájaros mortales iban a superar con creces cualquier cosa que un bombardero estratégico pudiera hacer, habían nacido los ICBM, misiles intercontinentales que supusieron la peor pesadilla de la Guerra Fría.

–> Quiero agradecer a Ambrosio su ayuda a la hora de localizar material para este artículo.

En este gráfico puede observarse el reactor de fisión que portaba el Convair NB-36 H. (Dibujo de planta del avión obra de Mike Wagnon):

convair planta

Fotografía del reactor de fisión del NB-36H:

reactor

El NB-36H en vuelo. Nótese el curioso símbolo de peligro por radiación en el plano de cola:

convair

Tupolev Tu-119, mostrando la localización de su reactor de fisión:

tupolev

Si el proyecto de avión nuclear hubiera llegado a buen término, el reactor de fisión hubiera alimentado cuatro propulsores tal y como se muestra es esta recreación:

triple turbina

Aunque el proyecto no terminó con buen pie, no se dejó de pensar en nuevas propuestas de aviones nucleares, como la nunca realizada idea del NX-2.