Sobre la primera medición de la altitud del pico del Teide



El símbolo arquitectónico más conocido de París, la capital francesa, es sin duda la torre Eiffel. Todo el mundo ha contemplado su silueta, ya sea al natural o en una postal, una revista o en la televisión. Lo que no es tan conocido es que el propio Gustave Eiffel encargó que en los pretiles de la primera línea balconada de la torre se incluyeran los nombres de setenta y dos científicos e ingenieros franceses, o bien que hubieran tenido una honda relación con Francia.

Imagen Jean-Pierre Dalbéra. CC-By.

Uno de los nombres que aparecen en la torre es el del marino, matemático y astrónomo francés Jean-Charles de Borda, conocido como el Caballero de Borda. Una de las expediciones científicas que llevó a cabo Borda tuvo como destino en 1776 las Islas Canarias, al mando de las corbetas La Boussole y L´Espiégle. En esa expedición participaron varios españoles, que se unieron a los franceses en Cádiz, como José Varela y Luis de Argüedas.

Antigua representación del Teide.
Aquella aventura cartográfica (se pretendía levantar una precisa carta de navegación de las Canarias y parte del África occidental), en la que se empleó la más moderna tecnología de su tiempo, había tenido varias expediciones predecesoras, como la que llevó a cabo Louis Éconches Feuillée en 1724 para determinar la verdadera posición de los meridianos de la isla de El Hierro y del pico del Teide con respecto al observatorio Real de París, o las exploraciones de las fragatas L´Isis (1768-1769), que estudió el uso de relojes marinos para determinar la longitud geográfica en el mar, y La Flore (1771-1772).

Louis Feuillée en su expedición de 1724 había realizado una primera medición de la altitud del pico del Teide, que hoy sabemos es de 3.718 metros sobre el nivel del mar. El dato no se intentaba obtener por simple curiosidad, sino que era de vital importancia para obtener un punto de referencia adecuado para las cartas marinas de esa parte del Atlántico. Los métodos trigonométricos empleados en aquella ocasión eran adecuados, pero no así la exactitud de las mediciones realizadas, lo que dio como resultado un error bastante grande, resultando que el Teide tenía una altitud de 4.306,5 metros. La expedición de La Flore realizó otra medición, con un resultado de 3.395 metros. Estaba claro que algo fallaba y debía realizarse una cuidadosa toma de datos para hallar la altitud correcta del pico.

El Caballero de Borda y los miembros de su expedición durante las mediciones de la altitud del Teide. (Musée de Borda).

Llegado el Caballero de Borda a la isla de Tenerife, desplegó todo su arsenal para dar con el valor adecuado. Una parte de la expedición marchó hasta la cima del Teide, lo hicieron armados con barómetros, termómetros, una brújula de inclinación y de declinación, todos ellos instrumentos con los que tomaron datos a lo largo del recorrido para, con una fórmula barométrica, calcular altitudes sobre el nivel del mar. Por otro lado, tomaron los ángulos desde la cima hasta puntos determinados de la isla. Más tarde, realizaron la medición utilizando métodos trigonométricos partiendo de las lecturas desde tres bases, lo que dio finalmente un resultado muy próximo al real: 3.715,583 metros.

Cabe mencionar que la estancia del Caballero de Borda en las Canarias coincidió con una escala de avituallamiento del gran marino inglés James Cook, reuniéndose ambos para comentar algunos aspectos de las experiencias científicas que estaban llevando a cabo en torno a la medición de la altitud del Teide.

Referencia:
Para conocer en detalle los métodos empleados por Borda en aquella expedición, no dudo en recomendar vivamente la lectura del libro «La carta náutica de las islas Canarias del Caballero de Borda (1780)», obra de Juan Antonio García Cruz. (2017).