
Érase una vez un tipo que soñó con conquistar territorios ignotos allá en el gran sur, en el novísimo continente de Australia. Hay que reconocer que tenía voluntad, pasión y, claro está, mucha imaginación. Se trataba de Thomas J. Maslen, que en 1828 publicó una curiosa obra, con varias ediciones posteriores, titulada «El amigo de Australia» (bueno, el título original era un poco más largo y pretencioso: «The Friend of Australia: Or, a Plan for Exploring the Interior and for Carrying On a Survey of the Whole Continent of Australia«). Bien, el caso es que el tal Maslen, oficial retirado de la Compañía Británica de las Indias Orientales, debía tener mucho tiempo libre y una imaginación tamaño factoría industrial.
Su obsesión por Australia le llevó a recopilar todas las historias, mapas, narraciones y cartas marinas relacionadas con la isla-continente que pudo encontrar, para unirlo todo en una especie de plan maestro para colonizar las nuevas tierras al más puro estilo británico. Claro que, como no podía ser de otro modo, a principios del siglo XIX se conocía muy poco del interior australiano y sus costas occidentales. Era todo un desafío, un nuevo mundo que anteriormente apenas había sido tomado en cuenta, si acaso por unos pocos comerciantes, exploradores y las gentes del penal de Botany Bay (lugar que, por cierto, sirve para dar nombre a la nave de Khan Noonieng Singh en Star Trek).
Maslen complementó su libro con cierto mapa desplegable que nos muestran cómo veía él esa idílica Australia, preparada para la llegada de miles de colonos y, por supuesto, previo control de cualquier otro humano visto como «inferior» que por allí se encontrara (el tema de los aborígenes australianos en ese tipo de obras daría mucho que hablar en ese sentido). Veamos una versión inicial del mapa de Maslen.

Para verlo mejor, he aquí una versión coloreada, que nos muestra la concepción que tenía el autor sobre su idealizada Australia.

La fantasía del antiguo oficial hace unir lugares reconocidos, y reconocibles, a una especie de mar interior unido al Océano Índico a través de un gran río. A fin de cuentas, África tiene el Nilo, Europa el Danubio, América del Sur el Amazonas, en definitiva, cada continente contiene una gran cuenca fluvial que, por supuesto, no debía faltar tampoco en el corazón australiano. Las descripciones de Maslen son tan apasionadas, que parece como si realmente hubiera visto con sus ojos (con su mente seguro que lo vio, soñaba con ello) esos fantásticos paisajes que, en el mundo real, son un desierto que poco o nada tiene que ver con un río muy caudaloso.
Referencias:
– The A to Z of the Discovery and Exploration of Australia. Alan Day. Scarecrow Press, 2009. ISBN 978-0810868106.
– Sketch of the coasts of Australia and the supposed Entrance of the Great River: principally designed to illustrate the Narrative of M. Baudins voyage on the West and N.W. coasts / T.J. Maslen fecit. Maslen, T. J. (Thomas J.) : Hullmandel, Charles Joseph, 1789-1850: 1831. Consulta: State Library of New South Wales, Australia.