Coche de plexiglás (1939)

Llámese lucite, vidrio acrílico o con la denominación comercial que se desee, de entre las que destaca plexiglás, poco importa el nombre. Lo destacable de este polímero son sus asombrosas propiedades de resistencia y transparencia, porque el polimetilmetacrilato, o PMMA, es un material asombroso. De hecho, he utilizado placas de PMMA en muchas ocasiones para diversos proyectos de bricolaje con resultados impecables. Por ello, cuando en los años treinta del siglo pasado la compañía GM pensó en mostrar al público su idea de coche del futuro, contactó con la empresa química Rohm & Haas Co. buscando un material ideal capaz de hacer transparente un vehículo capaz de mostrar la tecnología de su interior. La química optó por el plexiglás, uno de sus novísimos productos estrella y, el resultado, fue todo un acierto y una belleza mecánica sin igual.

Aunque sus raíces llegan hasta mediados del siglo XIX, cabe recordar que fue el químico alemán Otto Röhm quien patentó este plástico y registró el nombre comercial PLEXIGLAS en 1933. Era, por tanto, uno de los plásticos de moda y por ello se convirtió en uno de los materiales con los que GM construyó su magnífico Futurama, ese mundo del futuro a medio camino entre la feria de maravillas y el escaparate comercial que fue la estrella de la Feria Mundial de 1939-40 celebrada en Nueva York. Y, en Futurama, brillaba especialmente el Pontiac Deluxe Six Plexiglas, el «coche fantasma» como fue conocido, una maravilla con carrocería de plexiglás que permitía ver el interior mecánico del vehículo sin problemas. Recientemente uno de esos coches ha sido subastado, precisamente el modelo al que corresponden estas imágenes y, como puede verse, sigue siendo una maravilla.

Imágenes: RM Auctions.
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