Revisando algunos de los viejos artículos de TecOb he caído en la cuenta de que, a pesar de haber mencionado varios curiosos «simuladores» de vuelo, me he olvidado del primer modelo comercial que se lanzó con éxito. He escrito en otras ocasiones sobre cierto remedo de simulador de vuelo de 1893 o sobre un primitivo arnés para aprendizaje del vuelo de 1919, pero nada acerca del que merece ser recordado como primer simulador comercial de la historia, y además uno con el que se abrió toda una serie de simuladores cuyo eco llega hasta nuestros días. Se trata del simulador de Ed Link.
Edwin Albert Link, estadounidense nacido en 1904 y fallecido en 1981, fue un personaje singular con multitud de intereses. Sin ánimo de entrar en profundidades, resulta que Link fue piloto de avión, pionero de la aviación con fines publicitarios, empresario de éxito también en el sector de la aviación y en el de submarinos, creador de nuevas tecnologías para la investigación en arqueología submarina y productor de documentales. Este ingeniero mecánico consiguió cerca de una treintena de patentes, entre ellas las referidas a su más famoso invento, el Link Trainer o lo que es igual: el primer simulador de vuelo comercializado de la historia, que le abrió el camino para dar forma a una impresionante industria.
Modelo de Link Trainer de la Segunda Guerra Mundial, con el que se entrenó a cerca de medio millón de pilotos.
Bien, si comparamos un Link Trainer de los primeros modelos, fabricados en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, con un moderno simulador de vuelo actual, podemos sorprendernos de las similitudes porque, aunque los primeros no tenían complejas pantallas ni nada parecido, el concepto básico era el mismo que el utilizado hoy día.
Patente de Ed Link para su primer modelo de simulador de vuelo, US1825462, de 1931.
El Link Flight Trainer (PDF sobre la máquina de ASME International / Robertson Museum and Science Center), supuso toda una revolución en la formación de pilotos de aviación. La máquina era capaz de simular diversas condiciones de vuelo real gracias a una plataforma móvil diseñada para realizar complejos movimientos. La primera patente de Link sobre esta invención data de 1931, cuando decidió dar el salto desde sus primeros modelos de prueba que llevó a buen término en la fábrica en que su padre mantenía un negocio de pianos y órganos. Fueron, precisamente, piezas de tecnología neumática utilizadas en órganos eléctricos, las que empleó para construir la plataforma inicial. El éxito de la idea llegó pronto, el interés del ejército de los Estados Unidos ante la necesidad de formar a gran cantidad de pilotos en la Segunda Guerra Mundial hizo que a Link le llegara un pedido de hasta 10.000 unidades. Fue el comienzo de una aventura que dura hasta la actualidad. Del modelo primitivo armado con piezas de instrumentos musicales neumáticos de 1929, o del modelo que en los años treinta ya utilizaban varias escuelas de vuelo para mejorar la seguridad y reducir costes, la empresa de Link pasó después a diseñar novísimos sistemas de instrumentación electrónica y plataformas móviles que, con el paso de los años dieron forma, por ejemplo, a los simuladores de las naves Apolo.