El fantástico mapa de Frislandia



La enigmática isla de Frislandia.

Como estos días estoy dando a conocer una de mis nuevas campañas en Kickstarter, en esta ocasión sobre un islario muy personal, voy a aprovechar par ir comentando detalles sobre algunas de las islas incluidas en esa obra.


En el amplio mundo de los mapas que describen islas fantásticas, o islas fantasma, hay algunos que son verdaderas obras de arte y tienen mucha historia detrás. Uno de esos mapas es del de Nicolò Zeno el joven, en el que se suponía que el autor recogía el saber cartográfico de sus antepasados. Estamos ante un mapa muy detallado de las costas del Atlántico Norte en un documento que se vio por primera vez en Venecia hacia el año 1558 editado por el impresor y tipógrafo Francesco Marcolini, junto con un epistolario en el que se narraban una serie de viajes por los mares del norte hasta las costas de América. El objetivo de Nicolò Zeno era demostrar que su familia había navegado hasta América mucho antes de que Colón hubiera llegado a América en 1492. Así, Nicolò Zeno quiso convertirse en el descendiente de los supuestamente verdaderos descubridores europeos del nuevo continente creando un mapa ficticio y unas narraciones fantásticas que poco tienen que ver con algo real.

Mapa de Nicolò Zeno en versión del autor de obras sobre cartografía medieval Placido Zurla (1769-1834).

A pesar de mezclar realidad con ficción, el mapa de Nicolò Zeno es fascinante. Aparecen Groenlandia e Islandia, la península escandinava y una gran isla fantástica, que se quiso hacer pasar por real, en medio del Atlántico Norte, a la que se llamó Frislandia. También hay otras tierras que pretenden ser las costas de Terranova. El mapa tuvo varias versiones. En algunas no aparece Frizlandia y en otras la misteriosa isla parece corresponder a las Islas Feroe.

La enigmática isla de Frislandia.

Nicolò Zeno utilizó mapas de su tiempo, el siglo XVI, para crear su mapa imaginario del norte del Atlántico. Uno de esos mapas fue el de Olaus Magnus, de 1539, que es una preciosa obra de arte repleta de monstruos marinos y referencias mitológicas. Olaus Magnus, junto con su hermano Johannes Magnus, dedicaron muchos años a estudiar la geografía y las tradiciones de los pueblos escandinavos. Eran suecos, y recoger todas aquellas historias era para ellos una tarea importante. La principal obra de Olaus Magnus fue publicada en Roma en 1555, se trata de Historia de Gentibus Septentrionalibus, donde se recogen muchas leyendas, tradiciones e historias de los pueblos de la Europa nórdica. No es un libro cualquiera, es un inmenso volumen que fue muy influyente en su época. La obra de Olaus Magnus fue traducida a muchos idiomas europeos y todavía hoy es considerada como una fuente de información muy valiosa sobre las costumbres antiguas y el folclore de Escandinavia. El libro se publicó en Roma, pues Olaus era arzobispo católico de Upsala, cargo que heredó de su hermano, pero era un puesto sin poder real, porque tanto Olaus como su hermano se habían exiliado en Roma tras el triunfo de la Reforma en Suecia.

Fragmento de Carta marina et descriptio septemtrionalium terrarum…, año 1539, según Olaus Magnus.

La obra de Olaus Magnus tuvo mucho impacto porque es realmente asombrosa. Las antiguas historias de monstruos marinos, que se solían situar en mares lejanos, fueron llevadas por Olaus al Atlántico Norte. El libro de Olaus es una sucesión de leyendas sobre los peligros del mar, repleto de monstruos capaces de hundir barcos, gigantescas ballenas con temibles dientes, serpientes marinas de inmenso tamaño y todo tipo de criaturas fantásticas.

Incluso el gran cartógrafo Abraham Ortelius siguió los textos de Olaus Magnus, tal como también hicieron muchos otros, para crear su mapa de Islandia, rodeada de extrañas criaturas marinas, dentro de su obra de 1595 titulada Theatrum orbis terrarum.

Mapa de Ortelius de 1570, Septentrionalium Regionum.
La isla de Frislandia. Detalle del mapa de Ortelius.

El caso es que el imaginativo Nicolò Zeno utilizó las historias de Olaus Magnus como base para sus narraciones fantásticas de viajes europeos hacia América anteriores a Colón. La isla de Frislandia ocupa en el mapa de Nicolò Zeno una posición clave entre Islandia y las islas Feroe, en una localización en la que también se menciona la presencia de otra isla mítica, la isla de San Brandán, en obras de otros cartógrafos. No hay que confundir Frislandia con las islas Frisias, en la costa que va desde los Países Bajos hasta Dinamarca. Por muy imaginaria que sea, Frislandia cautivó la imaginación de muchos lectores y autores. Muchos lo tomaron como algo real, por lo que no es extraño encontrar esta isla fantasma dibujada en muchos mapas desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII. Hay quien pensó en que Frislandia no era más que un error cartográfico, una especie de doble isla de Islandia. Pero el mapa de Nicolò Zeno deja claro que él quería mostrar que Frislandia no era Islandia, sino algo nuevo, una isla ignota y desconocida. Grandes cartógrafos incluyeron Frislandia en sus mapas considerando que era indudable su existencia.

La isla de Frislandia según Mercator, 1595.
La isla de Frislandia según Mercator, 1595.

Llegados a este punto está claro que Frislandia nunca existió pero, ¿cómo se le ocurrió montar todo este embrollo a Nicolò Zeno? Los hermanos Zeno, Nicolò y Antonio, vivieron en la República de Venecia durante el siglo XIV. Pero no fueron conocidos hasta que su descenciente, Nicolò Zeno el joven, publicó en 1558 el mapa de Frislandia y una serie de cartas que contaban la historia de aquellos antepasados suyos. Según el Nicolò Zeno del siglo XVI, sus parientes de dos siglos atrás habían explorado todo el Atlántico Norte y habían llegado hasta América navegando por la costa de Groenlandia. La historia tenía todos los elementos para ser un auténtico bombazo editorial en su época. Nicolò cóntó que había descubierto los diarios y mapas de sus antepasados en un viejo almacén de la casona familiar. Los cartógrafos de su tiempo no pusieron en duda las maravillosas narraciones ni el mapa, pero con el paso de los años todo comenzó a perder brillo. Los navegantes del siglo XVII crearon mapas detallados del Atlántico Norte y pronto quedó claro que Frislandia y otras islas dibujadas en el mapa de Nicolò Zeno no tenían sentido. La aristocrática familia Zeno tenía bastante poder en Venecia y es posible que la falsificación estuviera motivada por intereses políticos y económicos.

Monstruos marinos en la costa de Islandia. Mapa de 1600 obra de Matthias Quad.

En la historia contada en aquellas narraciones fantásticas, se dice que las cartas estaban datadas hacia el año 1400 y que en ellas se narra un épico viaje llevado a cabo en torno a 1390. Pero cuando se estudió con detalle la historia, los detalles no cuadraban. Se sabe que aquellos aventureros viajaron desde Venecia hasta Inglaterra, Flandes y otros lugares de Europa a finales del siglo XIV, pero las partes en las que se narra la existencia entre Islandia y Escocia de una isla más grande que Irlanda, a la que llamaron Frislandia, son pura fantasía. Actualmente se piensa que Nicolò Zeno el joven creó toda esta historia y el mapa de Frislandia para intentar conseguir más poder para su familia en una época de crisis económica, convirtiéndose en descendiente verdadero de los primeros Europeos en llegar a América, antes que Colón, de quien se decía que era genovés, una república rival de Venecia. En todo caso, la narración de Zeno el joven es digna de conocerse y, resumiendo, vendría a ser de esta forma (tomado de Revista de España, noviembre y diciembre de 1877, con adiciones y modificaciones mías):

Se cuenta que el noble veneciano Nicolò Zeno, el viejo, emprendió un viaje a las regiones septentrionales de Europa, allá por 1380, en un buque armado a su costa. Aunque su idea era de visitar Flandes e Inglaterra, una violenta tempestad le sorprendió en su camino, llevando el buque hacia el oeste por espacio de algunos días hasta que fue arrojado a una isla llamada Frislandia, que se supone que podría ser una de las Feroes, aunque sobre esto hay muchas discusiones. Destruido el buque, cayeron los expedicionarios en poder de aquellos isleños, siendo rescatados por Zichmi, príncipe soberano de las islas situadas al Mediodía de Frislandia y duque de otro territorio localizado frente a Escocia. Estando Zeno bajo el favor del príncipe, llamó a su lado a otro de sus hermanos que residía en Venecia, en cuya ciudad quedaba otro tercero, el cual recibió algún tiempo después del primero de los Zenos una detallada relación de ciertas expediciones verificadas con el apoyo del príncipe Zichmi. Se narraba en ella que unas barcas pescadoras habían sido desviadas desde Frislandia a golpes por una furiosa borrasca que duró muchos días. Los frágiles buques se dispersaron y uno de ellos, tripulado por siete marineros, fue arrojado a una isla llamada Estotilandia, que, según los cálculos, se hallaba situada a mil leguas del punto de partida. Acogieron los naturales de aquella lejana comarca a los náufragos con cariñosa hospitalidad, y habiéndolos conducido a una hermosa y considerable población, los presentaron al rey, el cual envió á buscar muchos intérpretes para conversar con los recién venidos. Las primeras tentativas fueron inútiles. Pero habiéndose presentado uno que conocía el latín y que algún tiempo antes había naufragado en aquella isla, el benévolo soberano de Estotilandia pudo entenderse con los sencillos marineros que habían arribado a sus dominios.

Según la descripción de Zeno, que a su vez la había recibido de uno do los expedicionarios, era la isla rica, fértil y abundante en oro; surgía del interior una elevada montaña de la cual fluían cuatro ríos importantes que regaban todo el país. Sus pobladores eran inteligentes, practicaban las artes mecánicas de Europa, habitaban en casas construidas de piedra, cultivaban diversos granos alimenticios y fabricaban cerveza. Además de la ciudad en que residía el soberano, había en la isla otras muchas, desde las cuales se comerciaba activamente con Groenlandia en brea, azufre y salitre. Como ignoraban el uso de la brújula, no habían podido los habitantes de Estotilandia explorar comarcas lejanas, y aunque creían en la existencia de tierras por la la parte del Mediodía, no se habían atrevido a lanzarse sin el auxilio de un seguro guía a través del océano. Pero habiendo conocido por medio de los náufragos el ingenioso mecanismo de la aguja imantada, dispuso el rey una escuadrilla de doce barcas para explorar un país situado hacia el Sur. Vuelven de nuevo a intervenir las tempestades, requisito indispensable en esta clase do leyendas. Solo a costa de inauditos peligros consiguieron los expedicionarios llegar al término de su viaje, que era una isla llamada Drogueo, cuyos habitantes vivían en estado salvaje y practicaban la antropofagia (los caníbales son otro elemento que no debe faltar en una leyenda de este tipo). Indudablemente, hubieran perecido los exploradores a manos de aquellos terribles isleños, pero a causa de su gran habilidad en la pesca, lograron la benevolencia de sus poco hospitalarios huéspedes.

El marinero a quien se refiere la relación, permaneció durante muchos años en la isla de Drogueo, a la cual pintaba como una región vastísima que podía considerarse como un Nuevo Mundo. Decía también que los habitantes eran bárbaros y andaban en cueros, pero más al Sudoeste existían comarcas civilizadas y climas templados, cuyos moradores conocían el oro y la plata, vivían en suntuosas ciudades, erigían grandiosos templos a sus divinidades, a quienes sacrificaban víctimas humanas que devoraban después en horribles festines. El marinero a quien el mayor de los hermanos Zeno debía estas curiosas referencias, no pudo abandonar el territorio de Drogueo hasta la llegada de algunos buques procedentes de Estolilandia, a los cuales sirvió de intérprete. Apoyado por los que podía considerar como amigos y casi compatriotas, y hallándose en posesión de un dinero considerable, armó un buque por su propia cuenta y regresó a Frislandia. Las noticias que este marinero daba de los países que había visitado excitaron la curiosidad del príncipe Zíchmi, que decidió enviar a Estotilandia y a Drogueo una expedición mandada por uno de los hermanos Zeno y dirigida por el marinero que acababa de regresar de tan lejanas comarcas. Antes de emprenderse la expedición murió el guía, pero algunos de los que habían tripulado su barco le reemplazaron y, habiéndose decidido por último el príncipe soberano a presidir en persona aquella empresa, partieron los exploradores tomando el nimbo del Mediodía. El único resultado de esta tentativa fue el descubrimiento de la isla Icaria, cuyos habitantes recibieron a los expedicionarios hostilmente, viéndose por lo tanto obligados a darse de nuevo a la vela, hasta que una tormenta les arrojó a las costas de la Groenlandia, donde terminó la empresa, o al menos las noticias que de ella han sobrevivido. 

Bien, hasta aquí la aventura. Marcolini, el editor del libro de 1558, se quejaba en algunas notas que acompañaban a la publicación que era muy triste no haber encontrado más viejos papeles en la casa de Zeno el joven. Comenta que Zeno el joven, y hasta él mismo, reutilizaron papeles viejos para otros usos hasta que se dieron cuenta de que contenían una historia antigua y asombrosa. Para crear leyenda no está nada mal, tiene todos los elementos para enganchar al lector. En su época, varios eruditos creyeron que Estotilandia era en realidad Terranova, mientras que Drogueo debía ser Nueva Escocia o Nueva Inglaterra mientras que las tierras del sur serían las de México o bien las de Lousiana o Florida. El libro se vendió bien, pero no tardó en olvidarse dado que no convenció plenamente a la mayoría de los lectores, que se lo tomaron como lo que era, una historia de ficción. Sin embargo, el mapa sobrevivió como influyente documento durante décadas (la influencia de esta historia llegó incluso hasta Cervantes, que menciona Frislandia en su obra póstuma que vio la luz en 1617: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia setentrional).

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Lectura de interés:

  • The voyages of the Venetian brothers Nicolò & Antonio Zeno, to the Northern Seas, in the XIVth century, comprising the latest known accounts of the lost colony of Greenland and of the northern in America before Columbus. Traducción y edición de Richard Henry Major, 1873. Biblioteca Nacional de España.

Mapas modificados a partir de originales de la Biblioteca Nacional de España y de la David Rumsey Map Collection.