Me atrevo a decir que, de todas las historias sobre continentes perdidos, islas desaparecidas y demás mitos geográficos, uno de ellos sobresale por encima del resto: la Atlántida. Es increíble la gran cantidad de artículos, libros, películas, programas de televisión, radio y similares que se han creado en torno a lo que, en principio, sólo fueron unos simples comentarios con moraleja de Platón. Como si de una especie de locura se tratara, desde el siglo XVIII muchos han estado buscando la localización de la mítica isla hundida por los dioses en el mar.
Han sido tantos los autores que han creído que la Atlántida se encontraba en el Sáhara, o en el Mediterráneo, el Caribe o en el lejano oriente, que si se coloca sobre un mapa un punto rojo por cada una de esas localizaciones sugeridas, obtendremos un mosaico de lunares. Otros se han centrado en lo que Platón comentó, dejando volar su imaginación y, entre todos ellos, sin duda fue el mapa creado por Jean-Baptiste Bory de Saint-Vincent el más atractivo y curioso. Este geógrafo y naturalista francés fue un infatigable explorador y académico, uno de los precursores de la moderna vulcanología y, además, un apasionado de lo mitos antiguos. Fue esa pasión la que le llevó a especular cómo podría haber sido la Atlántida, como mítica gran isla situada «más allá de las Columnas de Hércules» (el estrecho de Gibraltar).
En 1803 publicó una obra sobre el asunto en el que incluyó su mapa hipotético de la Atlántida, sin duda el mejor realizado sobre ese evanescente asunto. El geógrafo planteaba en ese mapa, que se reproduce a continuación, la existencia de la Atlántida como isla-continente entre las Canarias, Madeira, las Azores y Cabo Verde, localizando en su interior todo tipo de míticos lugares, como por ejemplo el país de las Amazonas. (Pincha en la imagen para ver el mapa en un mayor tamaño).
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Versión en inglés de este artículo.