Scopitone, videoclips por monedas

Las rockolas, jukebox o, simplemente, máquinas de música por monedas fueron muy populares hace décadas, sobre todo en los años cincuenta y sesenta. Todavía hoy pueden verse en muchos lugares y, además, se han convertido en objetos de coleccionismo. El brillo romántico de esas máquinas persiste en cierta forma con imitaciones en forma de selectores de música digital con caja exterior a modo de viejos jukebox, como se puede ver en algunos restaurantes con ambientación al estilo años sesenta.

Todo el mundo conoce cómo son, por mucho que su época dorada haya pasado hace mucho tiempo. Lo que ya no es tan conocido es que, además de música, existieron máquinas que ofrecían vídeos musicales. Cuenta la leyenda que, en esa cadena de televisión llamada MTV, antiguamente emitían videoclips (hoy día, la verdad, parece que la música haya quedado un poco al margen de su foco de atención) pero, incluso antes de que los vídeos musicales reinaran en televisión, tuvieron su momento de gloria en bares, discotecas y otros locales de ocio gracias a las máquinas Scopitone.


Máquina Scopitone de 1965. Fuente: Jukebox World.

Un Scopitone no difería mucho de un jukebox clásico, salvo en que, además de escuchar tu canción favorita, podías ver al intérprete en una pantalla. Alimentado igualmente por monedas, se seleccionaba un tema entre la lista de éxitos del momento y, ya estaba, música e imagen, todo en uno, para disfrute o pesadilla de los presentes, según gustos. La industria de los Scopitone fue la que sirvió para impulsar el concepto de videoclip o vídeo musical, antes de que la televisión tomara el relevo. Una vez en marcha la máquina, un cambiador automático de películas de 16 milímetros cargaba en un miniproyector el videoclip seleccionado. El sonido se hallaba incorporado a la cinta, concretamente en su banda sonora magnética, con lo que la sincronización era perfecta y, además, como la pantalla tenía un tamaño considerable, la experiencia era similar a la de contar con una proyección de cine bajo demanda.

A los Scopitone les siguieron muchas otras máquinas, partiendo de las originales en Francia y extediéndose por Europa y Estados Unidos. Hoy día se han convertido en verdaderos dinosaurios y es difícil ver una de estas máquinas funcionando, más que nada porque mantener un parque de películas de 16 o de 8 milímetros, según el caso, en perfectas condiciones y un carro de proyección automatizado como en sus buenos días, es muy complicado. La edad de oro de estos proyectores de videoclips apenas duró unos años, pues acabados los sesenta la televisión en color se extendió a gran velocidad y la experiencia ya no llamaba la atención a casi nadie.

Más información: Cabinet Magazine – Número 2, 2001. Mapping Conversations. The Clean Room / Love Machines: Unwinding the Technology of the Scopitone.