El Telefon Hírmondó, un Internet del siglo XIX

Publiqué en 2013 una primera versión de este artículo. Hoy lo rescato, ampliado*, tras la petición especial de un lector. Una tecnología que merece ser recordada…

Leer hoy día un periódico en un teléfono móvil o en una tablet no es algo raro sino una actividad común. Miremos ahora al Budapest de hace más de un siglo.

Dos décadas antes de que la radio se convirtiera en el medio de comunicación de moda, proliferaban los teléfonos y ciertas iniciativas para terminar con el papel y dar paso a la voz. Sin duda, la idea de ese tipo que mejor funcionó fue el Telefon Hírmondó, todo un periódico telefónico creado por el inventor húngaro Tivadar Puskás que, además, había diseñado ya en 1877 la primera centralita telefónica mientras trabajaba con Edison.

Puskás, que en su tierra es recordado con orgullo, fue uno de esos pioneros de la telefonía obsesionados con la transmisión de información. Muchos lo intentaron y pocos lograron algo realmente efectivo. De familia noble, recorrió el mundo tras estudiar ingeniería dedicándose a todo tipo de labores. Fundó una de las primeras agencias de viajes que se recuerdan e incluso pasó un tiempo buscando oro en los Estados Unidos. La llegada del teléfono de Bell le impresionó tanto que olvidó sus primeros experimentos de transmisión fluida de información con telégrafos y decidió que aquella iba a ser la máquina a la que iba a dedicar el resto de su vida. De esa época fueron las colaboraciones con Edison, al que le sugirió la idea de construir aquella primera centralita telefónica en el Boston de 1877. Dos años después las centralitas ya se extendían por varias ciudades norteamericanas y habían llegado también a París, donde el inquieto ingeniero se estableció para gestionar los negocios de Edison en Europa.

Sólo por la invención de la centralita telefónica sería recordada la figura de Puskás, pero aquello fue únicamente el principio de una carrera apasionante. En aquel 1877 desarrolló nuevos sistemas que automatizaban en gran medido el modo de funcionamiento de las centralitas, fue el primer paso para lograr el verdadero fin que perseguía el húngaro, esto es, crear una red mundial de intercambio de información a través del teléfono.

Su primera red de “periódicos telefónicos” fue activada, con poco más de medio centenar de abonados, en 15 de febrero de 1893. Se trataba del Telefon Hírmondó, su obra maestra que, por desgracia, no pudo ver extenderse pues falleció aquel mismo año en Budapest. La idea del periódico telefónico comenzó a comercializarse en aquella ciudad y se extendió por diversos lugares de Europa y los Estados Unidos en formas diversas y a través de varias compañías. El modelo de negocio era el siguiente: lo primero que necesitaba el suscriptor era un teléfono o, mejor, tener acceso a una línea telefónica controlada con uno de los sistemas de centralita de Puskás. Aquellas centralitas estaban preparadas para distribuir los contenidos a los abonados “de pago” de forma adecuada. Luego, se contrataba un pago mensual durante al menos un año, a modo de suscripción. ¿Qué se le ofrecía a cambio? Nada más y nada menos que el acceso a todo un mundo de información “en tiempo real” que se diría ahora.

Aquel año de 1893 comenzó el camino de este periódico telefónico que se extendió por toda la ciudad de Budapest. El modelo de negocio era sencillo y funcionó muy bien durante muchos años. El cliente se comprometía a suscribirse al periódico telefónico durante al menos un año y, a cambio, se le instalaba en su casa un receptor telefónico con auriculares, a través de los que podía enterarse a diario de las noticias, escuchar conciertos y disfrutar de contenido muy variado como si se tratara de una radio… solo que ésta se encontraba en mantillas.

Este recorte de prensa procede del periódico La Iberia. Apareció el 14 de septiembre de 1895 y, como puede leerse, el periodista no se muestra muy alegre con el invento, en el que veía más una amenaza que algo innovador. Pero también había quien ya anunciaba el próximo fin de los periódicos de papel, tal y como puede leerse en este curioso artículo que apareció en El Liberal el 18 de marzo de 1902 (Fuente: Biblioteca Nacional de España).

El equipo productor del periódico telefónico se parecía mucho a lo que años más tarde serían los estudios de radio. Contaba con redactores, locutores con envidiables voces y músicos, así como lo último en tecnología telefónica de la época.

Tener una suscripción a Telefon Hírmondó suponía poseer acceso a algo único en su época. Hay que ponerse en situación, ¡la radio todavía no existía! Estamos a finales del siglo XIX y, como mucho, uno podía tener a mano periódicos y revistas, además de algún disco musical o con locuciones, muy primitivos, de pizarra o en forma de cilindros de cera, sólo accesibles para las gentes con bastante dinero en el bolsillo. Naturalmente, el Telefon Hírmondó tampoco estaba al alcance de todos, pues tener línea telefónica personal por entonces era bastante caro.

Bien, ya tenemos un teléfono con su línea convenientemente adaptada y un terminal adecuado que nos ofrece la compañía correspondiente, además nos han facilitado un juego de auriculares, muy parecidos externamente a los actuales que cubren por completo las orejas y que tan de moda se han puesto últimamente en ciertos ambientes. Vamos a disfrutar, pero antes hay que saber qué se nos ofrece. Recordemos, y esto conviene no olvidarlo: la radio no ha nacido todavía, es algo de ciencia ficción, así que cabe imaginar el impacto del Telefon Hírmondó en los usuarios, a quienes se les ofrecía el mundo “en directo” a través de unos auriculares. Una experiencia inolvidable que comenzaba consultando la revista en que se detallaba la programación diaria. Hubo quien gritó a los cielos, ¡se van a terminar los periódicos y los libros de papel! Como siempre, cada vez que aparece una nueva tecnología de comunicación, se repiten los mismos temores.

Las redes de periódico telefónico, evoluciones posteriores del Telefon Hírmondó de Puskás, se extendieron por Europa desde aquel 1893 y entraron en plenitud llegado el siglo XX. No era algo mayoritario, por supuesto, pero supuso un primer paso en lo que iba a ser la revolución de la radio que, curiosamente, terminó con el proyecto años más tarde, casi a mediados del siglo pasado. Eln equipo de producción se encargaba de crear unos contenidos que llamaran la atención. A fin de cuentas, si aburrías al abonado, te arriesgabas a que no renovara la suscripción.

Así, una vez conectado el aparato y dispuestos los auriculares convenientemente, el usuario podía disfrutar de  programación que ocupaba casi todo el día, incluso llegando hasta altas horas de la noche. Noticias cada poco rato, información de bolsa, novelas y dramatizaciones, debates políticos, conciertos y ópera, revistas temáticas habladas, información sobre teatros y deportes, todo cabía en el periódico telefónico. Cada cual seleccionaba lo que deseaba escuchar y conocía los horarios de emisión, incluso en algunos hoteles se colocaban terminales en las habitaciones como un extra que se ofrecía a los clientes en vez del clásico periódico de papel. Además, se proporcionaba a través de la línea telefónica información horaria local para que se pudieran ajustar los relojes, así como intercambio de mensajes de voz a modo de tablón de anuncios.

El Telefon Hírmondó húngaro logró tener a principios del siglo XX unos 15.000 suscriptores, toda una hazaña. Los equivalentes europeos y norteamericanos fueron mucho más modestos y no pasaron en la mayor parte de las ocasiones de la simple experimentación, sin llegar a ser éxitos comerciales. El Telefon Hírmondó sobrevivió hasta 1944, cuando en plena Segunda Guerra Mundial la falta de recursos y el empuje de la radio terminó por enviar al olvido aquel primer intento de distribución de información a través de la red telefónica. En sus mejores tiempos la redacción de aquel periódico telefónico llegó a dar empleo a un equipo de unas doscientas personas. Fue el más exitoso y duradero servicio de su tipo, al que acompañaron los “teatrófonos” franceses que nacieron hacia 1881 como experimento y extendieron sus redes entre 1890 y 1932, o los “electrófonos” ingleses, de la misma época, entre otras iniciativas similares.

Anexo: ¿Cómo funcionaba el Telefon Hírmondó?
La revista barcelonesa El Mundo científico, en su edición de 17 de agosto de 1901 (num. 72) mencionaba algunos detalles acerca del funcionamiento del sistema del «periódico telefónico»…

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Más información:

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* Además de correcciones, he añadido fragmentos de un artículo que publiqué anteriormente sobre el tema en la app iHstoria.