Telestereoscopio

Helmholtz es bastante conocido por diversos descubrimientos nacidos de su pasión por las ciencias naturales y es considerado como uno de los científicos más importantes del siglo XIX. Descubrió el principio de conservación de la energía, desarrolló diversos aparatos ópticos, como el oftalmoscopio, utilizado para observar el fondo del ojo, publicó muchos estudios sobre la luz, el color, la percepción, el sonido… Pero, de entre todas sus invenciones, hay una que sobresale por su extravagancia y rareza. Se trata del telestereoscopio, un cacharro de lo más curioso que desarrolló para poder observar objetos lejanos realzando su relieve, algo así como un «telescopio» capaz de ofrecer sensación tridimensional.

Telestereoscopio

Para realzar la percepción de profundidad, el telestereoscopio recurre a un juego de espejos y prismas –en «estéreo»– de tal forma que, la luz recogida por dos grandes espejos separados entre sí y conducida al juego de prismas conectados a dos oculares, hace que, a modo de gigantescos «ojos» separados considerablemente, los paisajes que se observen parezcan «en relieve».