Rodando sobre la Luna

Tras el mal trago que para el programa de exploración lunar de los Estados Unidos supuso el Apolo XIII, donde sus tres tripulantes a punto estuvieron de perecer, la mision Apolo XIV discurrió por caminos normales, teniendo en cuenta que salir disparado hacia la Luna impulsado por un monstruo como el Saturno V y toda la serie de maniobras posteriores, desde la extracción del módulo lunar de su bodega hasta la inserción en órbita lunar nada tenían de normal.

Caminar sobre la superficie de nuestro satélite natural no permitía abarcar mucho terreno para explorar, así que los ingenieros de la NASA idearon un curioso vehículo capaz de recorrer distancias nada desdeñables en terreno lunar. Así nació el conocido como Lunar Roving Vehicle, LRV o Lunar Rover. Salvando grandes distancias, el LRV tripulado norteamericano tuvo su «equivalente» soviético en los curiosos Lunokhod, unos cascarones robóticos controlados desde la Tierra.

El Lunokhod 1 llegó a su destino a bordo de la nave Lunik 17 y se convirtió en el primer vehículo radiocontrolado humano en poner sus ruedas sobre la superficie de otro mundo. Sucedió esto en 1970, cuando los estadounidenses ya habían puesto el pie en la Luna y los soviéticos todavía estaban soñando con que sus gigantescos N1 pudieran subir allá arriba a un ruso, aunque ya se estaban dando cuenta de que las cosas no iban por buen camino. Aunque terminaron por desistir de su aventura humana en la Luna, los soviéticos lograron interesantes éxitos con sus robots teledirigidos. Los Lunokhod eran, y siguen siendo porque en la Luna quedaron, una especie de pequeño laboratorio móvil que, tras descender por una rampa metálica de su nave nodriza, podían recorrer la superficie lunar alimentados por sus baterías químicas recargadas por paneles solares. Durante la noche lunar entraban en hibernación, pero mantenían sus sistemas en espera alimentados por un sistema de energía radiactiva de polonio-210. En el 73, llegó un compañero para el primer robot, en este caso el Lunokhod 2, a bordo del Lunik 21, con bastantes mejoras técnicas. Ambos tomaron una gran colección de imágenes de la superficie lunar, realizaron mediciones por medio de sensores, como el registro del campo magnético lunar o la luminosidad ambiental, y sirvieron de plataformas reflectantes para emisiones láser desde la Tierra.

lunokhod

Puede decirse sin dudar que los Lunokhod fueron un completo éxito que, aunque publicitariamente no eran tan impresionantes como el poner hombres en la Luna, no pueden considerarse una hazaña menor. El Lunokhod 1, con sus ocho ruedas metálicas y sus 756 kilos de peso -su perfeccionado hermano pesaba más de 800 kilos-, logró explorar nuestro satélite durante casi un año, realizando cientos de mediciones y tomando miles de imágenes. Recorrió más de diez kilómetros en el Mare Imbrium, una minucia comparados con los casi cuarenta que logró hacer el segundo modelo en el cráter Le Monnier durante cuatro meses.

Prácticamente coincidiendo en el tiempo, los estadounidenses desarrollaron sus tres últimas misiones tripuladas lunares, las Apolo XV, XVI y XVII. A bordo del módulo de alunizaje, LEM, iban empaquedados los curiosos todoterreno LRV, capaces de recorrer la superficie lunar con autonomía superior a tres días terrestres, construídos por la Boeing y Delco Electronics, propiedad de General Motors. Con más de tres metros de longitud, una vez montados y desplegados, cuatro ruedas de tramado metálico, estructura de aluminio, dos asientos, sistema de control y navegación, alimentación por baterías y equipo científico… vamos, todo un confortable todoterreno preparado para soportar las duras condiciones lunares. No es que pudiera irse a mucha velocidad con aquellos vehículos, su límite estaba en los catorce kilómetros por hora, pero tampoco hacía falta mucho más pues, por seguridad, no se permitía a las tripulaciones alejarse más de 9,6 kilómetros del LEM, distancia máxima de seguridad que podía recorrerse a pie si el LRV se estropeaba. Equipados con todo tipo de aparatos electrónicos, desde sensores, cámaras y antenas a máquinas perforadoras, los dos astronautas tripulantes contaban en el LRV con todo lo necesario para continuar con su exploración de manera autónoma sin necesidad de recurrir al LEM hasta el regreso de su «paseo».

LRV

Más información:
Soviet Moon Images
Lunar Rover Operations Handbook (PDF 38Mb)