Dictadura pitagórica

raiz2Todo el mundo ha oído hablar de Pitágoras, incluso aunque no hayan entendido nunca su famoso teorema, alguna vez han escuchado tal nombre. Es curioso, pero ni siquiera se sabe si el tal Pitágoras existió, lo más que se alcanza es a identificar a un extraño grupo que habitó en el sur de Italia hace más de veinticinco siglos. Aquel grupo de «pitagóricos» formaba una especie de sociedad secreta que se regía por normas de lo más pintoresco y estricto. Tanto la alimentación, como la conducta, se guiaban por infinidad de normas que, la verdad, parecen en gran medida bastante estúpidas1. Se cuenta que el gran maestro, Pitágoras, suponiendo que existiera, era intransigente en grado sumo y hacían falta años de servicio a la «orden» para poder verlo en persona, tras haber oído su voz a través de una cortina mucho tiempo. Para los pitagóricos los números naturales (N = { 1,2,3,4,5… }) constituían la esencia de la realidad, lo único que merecía la pena, la vía para superar las penalidades del mundo y alcanzar una existencia celestial.

Pero, ay… el feliz mundo repleto de normas y una fe ciega en los números naturales se tambaleó un día. Uno de los pitagóricos se puso a pensar «diferente» y se metió en un verdadero lío. Aquel tipo, llamado Hipaso de Metaponto, descubrió, para su desgracia, los números irracionales. Tomó un cudrado de lado 1 y penso en su diagonal. Naturalmente, esa diagonal es la raíz cuadrada de 2 -posee infinitas cifras decimales no periódicas-, vamos que no es un número racional, no es el cociente de dos números enteros. El bueno de Hipaso se entusiasmó con su decubrimiento ¡un número que violaba las divinas propiedades de los números naturales! Pues nada, hizo lo que a cualquiera se le hubiera ocurrido, se lo contó a sus compañeros y les mostró su demostración. Cuenta la leyenda que, los pitagóricos, al ver que ese descubrimiento tiraba por los suelos su paraíso numérico, decidieron eliminar a Hipaso inmediatamente, tirándolo por la borda del barco en que viajaba. Creyeron así haber acabado con los «peligrosos» números irracionales… ah ilusos2 . 🙂

____________

1 ¿A qué venía eso de no poder comer habas o carne? ¿Y lo de no poder vestir prendas de lana? Manda narices.
2 He tomado el hilo de esta leyenda desde un párrafo del libro de Antonio Córdoba Barba, La saga de los números, una auténtica delicia.