Breves reflexiones sobre Fundación

SeldonAnoche releí el primero de los libros de la trilogía original de la Fundación de Asimov. En la primera página, esquina inferior derecha, con lapicera pero ya casi borrado, había escrito la fecha de compra del libro y, por tanto, la que fue mi primera lectura del mismo. No he vuelto a abrirlo desde entonces y han pasado más de doce años. Recordé que la primera vez que repasé sus líneas me gustó, pero no me entusiasmé mucho con la famosa obra. Hoy, me ha vuelto a gustar, puede que incluso más que entonces, pero lo que me ha llamado la atención son ciertos detalles que, puede ser por la edad, no recuerdo haber encontrado la primera vez. Ante todo hay que centrar cronológica y espacialmente el origen de la obra, porque esos detalles que citaré a continuación tienen mucho que ver con la vida en los Estados Unidos en los años cuarenta y cincuenta. Isaac Asimov, indiscutible genio de la ciencia ficción, no escribió su obra más conocida, Fundación, como algo monolítico. El primero de los libros apareció en 1951, y es el que releí anoche. Sin duda, junto con los otros dos, Fundación e Imperio y Segunda Fundación, forma un universo propio muy interesante y atractivo. El resto de libros con los que el autor pretendió sacar todo el jugo de ese cosmos tan personal, publicados décadas después, ya no tienen tanta gracia, a mi modo de ver.

El primer libro surgió de la unión de varios relatos o novelas cortas, publicadas anteriormente en la famosa revista Astounding, salvo Los Psicohistoriadores, preparado para la edición de libro y que sirve de brillante prólogo a la historia. Los Enciclopedistas se publicó mucho antes, en el 42, siendo publicados dos años más tarde el resto de capítulos, Los Comerciantes y Los Príncipes Comerciantes.

A estas alturas casi todo el mundo sabe de qué va el tema, sobre todo si leen blogs tan raros como este. Conocerán lo intrigante que resulta el concepto de psicohistoria, se habrán entretenido siguiendo el proceso de aparición de las sucesivas Crisis Seldon y se habrán percatado de la curiosa similitud, intencionada naturalmente, con episodios de la historia humana, como la evolución del Imperio Romano.

Ahora bien, a lo que iba, simplemente me han chocado unos detalles que me recuerdan la época en la que se escribió el texto y casi me hacen reflejar en la retina mental viejas películas en blanco y negro en las que Bogart aparece fumando. En efecto, ¿no resulta curioso que el tabaco sea elemento omnipresente en el libro? Casi todo el mundo fuma, los ambientes están llenos del humo del tabaco, máxime si es vegano 😉 Típico de la época, poco imaginaba Asimov que en unas décadas Occidente declararía a ese símbolo de prestigio de por entonces en un enemigo a combatir, intentando incluso borrar de las viejas películas cualquier rastro dejado por el diablo tabaco. Otra cosa, aparte de recordarme lejanamente los sacerdotes-técnicos a otra obra maestra, Cántico por Leibowitz, de Walter M. Miller, es la práctica ausencia de mujeres en el libro. ¡No aparecen por ninguna parte! Todos los diálogos importantes son mantenidos por hombres, a excepción de meras trazas cuando aparece la comodora, por ejemplo. Por último, siendo el tercer rasgo típico del comienzo de la Guerra Fría en Estados Unidos, junto al tabaco y el «olvido» de las mujeres, está el asunto atómico. En los años cuarenta y cincuenta el incipiente empleo de armamento y energía nuclear se veía como la panacea del futuro, cosa que muestra el libro porque, si el tabaco está en cada esquina, lo «atómico» aparece por doquier.

Una lástima que no exista realmente la Enciclopedia Galáctica para dar un vistazo a la vida e historia de la galaxia. Puede que, dentro de otros doce años, si sigo en este planeta 😉 vuelva a leer esta entretenida obra.