Los macareos de marea

A veces, cuando la Luna, el Sol y la Tierra juegan el el espacio formando ciertas combinaciones geométricas en su baile gravitatorio orbital, suceden fenómenos dignos de ser contemplados. En ocasiones, en algunos ríos ya próximos a su desembocadura en los océanos, una rugiente ola avanza aguas arriba, contra el sentido principal de la corriente fluvial, sorprendiendo a quienes asisten al súbito espectáculo. Nunca he sido testigo de una de estas olas, conocidas como macareos de marea, pero espero y deseo disfrutar de alguna de ellas en el futuro, eso sí, en la segura lejanía.

Se trata de fenómenos hidrodinámicos en los que las mareas oceánicas penetran en los ríos en forma de ola que remonta el curso a veces hasta muchos kilómetros hacia el interior partiendo de la desembocadura. Ocasionalmente, la marea hace tiempo que ha cesado su avance y, sin embargo, la ola creada en la desembocadura sigue avanzando río arriba durante horas, hasta que pierde energía y la corriente fluvial retoma su curso habitual.

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Macareo producido cerca de Silverdale, en Lancashire, Gran Bretaña. Imagen de Arnold Price.

¿Qué se necesita para dar lugar a la formación de un macareo? En muchos ríos del mundo se forman estas olas anómalas, pero en la mayor parte de los casos son muy pequeñas y suelen ser ignoradas. Sólo cuando se dan ciertas condiciones muy especiales es cuando un macareo alcanza un tamaño espectacular junto a un enigmático sonido. En primer lugar, hace falta un río o, mejor dicho, la desembocadura de éste en el océano. Como segunda condición, necesitamos que en ese punto del océano se produzcan habitualmente mareas muy fuertes, con una diferencia entre pleamar y bajamar de más de seis metros al menos. Finalmente, el río no será muy profundo y discurrirá, en amplio estuario con forma de embudo, siguiendo pendientes muy leves.

Con estos ingredientes ya tenemos casi asegurado un macareo. Cuando la marea sube, se crea una única gran ola que es forzada a superar el límite del embudo en el estuario. En ese momento, como si se tratara de una onda de choque lejanamente parecida a la que generan los aviones en el aire al superar la velocidad del sonido, la ola se ve súbitamente liberada en el río y asciende en contra de la corriente del mismo. Al contrario de lo que sucede generalmente con las olas comunes, una ola de macareo no se dispersa, al interaccionar las ondas en aguas poco profundas con el lecho del río, la ola en su conjunto se mueve como una única onda con la misma velocidad, cosa que no sucede con las olas profundas, en las que a diversa profundidad se va dispersando el conjunto al fluctuar en velocidades muy diversas.

Y, así, una única ola en forma de muro de agua con una sola velocidad crea el espectacular macareo. Lo curioso es que depende tanto este fenómeno físico de la geomorfología propia de cada lugar, que cada macareo es único. No son muy comunes, en los ríos donde se producen tienen características que les otorgan personalidades muy diversas y, para colmo, también es muy importante contar con el tipo de marea. Así pues, podría decirse que realmente cada macareo tiene personalidad propia. Los macareos comunes sueles ser ignorados, forman simples olas de apenas un palmo de altura que se adentran en el río unos cientos de metros. Ahora bien, en los casos más espectaculares, se han llegado a describir olas rugientes de hasta ocho metros de altura avanzando como un muro de agua imparable.

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Macareo en el Río Winster, Gran Bretaña. Imagen de Don Burgess.

Los macareos suelen alcanzar su máximo cuando las mareas son mayores, coincidiendo por lo general con cambios de marea con Luna nueva o llena. En ciertas áreas del planeta es más fácil contemplar macareos de marea. Por ejemplo, en los ríos que mueren en el Atlántico en tierras británicas o francesas, en los del Índico o en la desembocadura del Amazonas. La característica común a todos ellos se encuentra en que se trata de áreas donde se dan grandes mareas. Es célebre el macareo del Río Sena, que se conoce como mascaret, capaz de ocasionar graves destrozos a su paso, aunque hoy día con el curso regulado en el puerto de Le Havre ya prácticamente no se produce.

Se cuenta que, en 1843, se encontraban navegando por el Sena plácidamente la hija de Victor Hugo y su marido, cerca de Ruan. Repentinamente apareció frente a ellos un muro de agua imparable, un macareo de marea, que se los tragó acabando con sus vidas1. No son raros en la historia hechos así. Hay quien aprovecha los macareos, buscando lugares propicios y calculando las mareas más adecuadas, para practicar verdadero surf a lo largo de muchos kilómetros río arriba.

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El mascaret. Imagen Universidad de Le Havre.

El macareo del Sena es el más célebre sobre todo por la tradición litetaria y porque nos es más próximo, tanto geográfica como culturalmente, ahora bien, incluso cuando no se controlaba no dejaba de ser algo leve comparado con los macareos que se producen en otros ríos del planeta. Ahí está, por ejemplo, el más conocido actualmente, el de la cuenca del Amazonas. Conocido como La Pororoca, el macareo del Amazonas ha sido observado en condiciones extremas alcanzando más de ocho metros de altura en el frente de una ola con varios kilómetros de cuerpo. Perdiendo energía mientras avanza río arriba por el Amazonas y sus afluentes, ha llegado a medirse la influencia de este macareo incluso a 800 kilómetros de la desembocadura. Otro lugar célebre por sus macareos de marea es el Tsien-tang, en China, dando origen a curiosas leyendas e incluso templos.

Los macareos, a pesar de ser ondas sin dispersión, van perdiendo energía al remontar el río a causa de la fricción con el fondo y, naturalmente, por el fenómeno de la viscosidad, a lo que se suele unir un aumento de la profundidad que termina de una vez con el efecto inicial del «embudo» de aguas someras, por lo que, llegado a un punto en el que se ha disipado determinada cantidad de energía, la velocidad normal de la corriente fluvial es capaz sobreponerse al ataque y hacer que las aguas sigan su curso tal y como hacen habitualmente.

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1 Hay controversia sobre si la muerte de Leopoldine y su esposo fue motivada, o no, por un macareo. En la bibliografía que he manejado se afirma tal cosa, aunque otros autores lo ponen en duda. Sirva esta pequeña nota como aviso a navegantes sobre un dato dudoso. 😉

Bibliografía:
Macareos de marea. David K. Lynch, Investigación y Ciencia. Diciembre de 1982.
Tidal Bore Society: A Brief Tour Of The World’s Tidal Bores.