La décima de Beethoven

BeethovenLudwig van Beethoven únicamente compuso nueve sinfonías y no hay más que añadir, pero permítaseme hoy ser un tanto heterodoxo y hasta poco respetuoso con mi admirado genio de Bonn, porque me referiré a la décima de sus sinfonías. La décima sinfonía de Beethoven no existe, sobre todo porque antes de su muerte nadie se la encargó. Tras estrenar la novena dedicó Ludwig el resto de sus días a componer otras obras, sobre todo cuartetos, que le ofrecían un beneficio económico considerable. Claro, en su cabeza rondaba la décima, pero no pasó de un pequeño montón de bocetos, muchos de ellos apenas legibles, siendo un proyecto que nunca superó la fase de sencillo esbozo. Hace ya muchos años, cuando Radio Clásica todavía era conocida como La 2 de RNE, grabé partiendo de las ondas hertzianas sobre una cinta de casete, de esas que ya han sido proscritas por su obsolescencia, algo que me llamó la atención desde el primer momento: la décima sinfonía de Beethoven.

Puede tomarse como una maniobra comercial o incluso como el ejercicio de vanidad suprema de un musicólogo algo pasado de vueltas, pero aunque me arriesgo a ser llamado de todo por parte de los puristas, la décima me agrada. No existe, claro está, porque se trata sólo de la mezcolanza más o menos bien armada de los fragmentos supuestamente existentes que nunca llegaron a nada, pero no me importa mucho. Sabiendo su procedencia no cabe pensar en Beethoven como su compositor, como mucho su inspirador, porque fue el musicólogo Barry Cooper quien diera a conocer esta décima en grabación allá por 1988. No es una sinfonía completa, es un único movimiento en forma de Andante en mi bemol con un Allegro en do menor trufado en su interior que, como experimento no está nada mal, pero que seguramente poco tiene que ver con lo que hubiera escrito Beethoven.

Un día debió pensar Cooper: bien, veamos qué sucede si unimos este fragmento por aquí, este otro por allá, los pegamos con un poco de teoría al estilo de Beethoven y contemplamos el conjunto. Se sabe que Ludwig tenía en mente crear una nueva sinfonía pues hay referencias escritas sobre ello pero poco más. El musicólogo, en su reconstrucción de apenas un cuarto de hora del hipotético primer movimiento de la décima, trabajó armando el laberinto formado por cerca de 350 compases manuscritos. Sabiendo cómo era la escritura sobre papel pautado de Beethoven, a veces tan ilegible que es casi imposible reconstruir su significado, seguro que sudó tinta para llegar a alguna conclusión. Para complicarlo todo, nIngún fragmento superaba la treintena de compases, por lo que la tarea se convertía en algo prácticamente imposible. A Cooper le han llamado de todo, las críticas le han caído por todas partes desde que dio a conocer su experimento, pero ahí está. No existe la décima, puede que sólo haya en estos sonidos cierta pátina musical del sordo genial, pero a mí no me causa desagrado. Aquí está la reconstrucción del primer movimiento de la supuesta décima sinfonía de Beethoven ideada por Cooper, ya sea gracias a Spotify, o a través de estos dos vídeos.