Aviones cicloidales

Alas girando, y no me refiero a un helicóptero, constituyen el elemento que sobresale en una propuesta tan audaz como, posiblemente, poco práctica. Lo de posiblemente lo añado como acotación, porque no se llevó al mundo real, pero al menos como idea tiene su encanto. Al ver la portada del número correspondiente al mes de noviembre de 1934 de la revista Popular Science, uno empieza a sentir extrañeza. Cuando se visitan las páginas interiores, la percepción inicial se ve confirmada al contemplarse la siguiente propuesta sobre un avión con alas giratorias.
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Buscando más información, he localizado una serie de patentes que explotan el concepto de vuelo con propulsión cicloidal, nombre con el que se conoció esta tecnología ideada con la intención de crear aeronaves muy estables. Desconozco los resultados de las pruebas con maquetas, a falta de un verdadero prototipo, pero la impresión que se tiene nada más ver ese juego de alas giratorias es bastante inquietante. No cabe duda de que los aviones cicloidales pueden considerarse como una de las apuestas más arriesgadas y extrañas de la historia de las máquinas voladoras. Sin alas fijas y, eso es lo más curioso, sin hélices, las naves cicloidales pensadas por el profesor de la Universidad de Washington F. K. Kirsten eran, al menos en teoría, un prodigio a la hora de lograr sustentación y propulsión gracias al movimiento de una serie de alas orientables giratorias que, a decir de su creador, estaban inspiradas en el vuelo de las aves. Los ciclocópteros, como fueron llamados en ocasiones, estaban llamados a revolucionar la industria de la aviación o, al menos, eso soñó Kirsten. Ya sabemos que se trató de un camino sin salida, pero durante un tiempo la promesa de aviones muy estables, pero rápidos, capaces de operar con gran seguridad gracias a sus alas giratorias, estuvo dando vueltas alrededor de la cabeza de un considerable número de ingenieros.

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Patentes de referencia: