No habrá persona que no lleve en su bolsillo un «fono» (1907)

a2000Tengo una tarde de domingo bastante retrofuturista. Cuando publiqué hace unos días el artículo sobre las granjas de arañas, recuerdo haber encontrado entre viejos papeles un ejercicio de predicción acerca del futuro lejano, ya presente, que transcribo parcialmente a continuación. Sorprende ver cómo se acierta de lleno en algunos asuntos, más que nada teniendo en cuenta que la radio, por ejemplo, acababa de nacer y apenas si existían aparatos en el planeta. Viajemos al futuro-pasado 2007 desde el lejano 19071:

Para el año 2007 tendrá Nueva York veintidós millones de habitantes2. Sus nombres llenarían tomos y tomos de una guía o directorio de señas, así es que se renunciará a estos. El problema se solucionará de un modo sencillísimo. Por aquel entonces la moneda corriente será el centavo de aluminio3, y bastará echar un décimo de centavo en la ranura de uno de los muchos aparatos telefónicos que habrá y pedir las señas que se deseen para que a los tres minutos se obtenga una tira de papel con la dirección pedida impresa. Lo maravilloso será que esta operación se efectuará desde la central por medio de las ondas hertzianas. (…) Se calcula que por aquella época existirán veintiún modos diferentes de locomoción, siendo el más agradable entre todos ellos el de los buques aéreos movidos por la electricidad, y el más rápido el de los tubos neumáticos4.

(…) Por medio centavo se podrá adquirir el último número de cualquier periódico diario, que hará ediciones de hora en hora, tanto de día como de noche, y que se publicará en forma de libro con cubierta de tela y canto dorado. El arte del anuncio habrá progresado de tal suerte que los mejores libros serán sencillamente colecciones de anuncios. Lo más curioso será que después de leído el periódico bastará exponerlo a determinada temperatura para que desaparezca la parte impresa, convirtiéndose en un libro de notas de papel blanco.

A no ser por los relojes, apenas se diferenciará el día de la noche, gracias a una porción de lámaparas eléctricas gigantescas que, suspendidas sobre la ciudad, harán las veces del sol y evitarán el uso de los millones de lámparas incandescentes que hoy gastamos. (…) Toda casa y todo hotel tendrá su cámara frigorífica donde podrá almacenarse de una vez alimento para varios años. (…) Existirán cocinas públicas desde las que se servirá a los abonados la comida por medio de tubos neumáticos.

Por medio de aparatitos portátiles todo el mundo podrá establecer comunicación a cualquier distancia, y no habrá persona que no lleve en el bolsillo su correspondiente «fono» para cuyo funcionamiento se aprovecharán hasta las vibraciones más sutiles del éter. Por encima pasarán las veloces máquinas voladoras, rápida y silenciosamente (…) existirán buques que harán los viajes con perfecta seguridad a razón de unos 1.000 kilómetros por hora. Con semejante velocidad y calculando en 6.000 kilómetros, en números redondos, la distancia que media entre Francia y Nueva York, será posible desayunar en este último punto a las siete de la mañana y cenar en Francia a las seis de la tarde.

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1 Véase Alrededor del mundo, 6 de febrero de 1907.
2 Actualmente el área metropolitana de Nueva York cuenta con poco más de 22 millones habitantes (dato de 2012).
3 El aluminio era poco utilizado en la época, pero empezaba a mostrar su potencial industrial futuro.
4 Al más puro estilo Futurama.